Poco sentido del humor

Por Andrés Chaves

1.- Han tupido a este servidor a e-mails supuestos empleados de TITSA, molestos porque yo haya mentado, en general, a sus señoras suegras, que pueden viajar -según convenio- de baracalofi en la guagua. Me han dicho de todo. Además, manejan datos equivocados. Consultadas mis hijas me aseguran, muertas de risa, que yo no he tenido ningún consuegro del gremio, como alguno apuntaba. Deben haberme confundido. Digo yo que falta sentido del humor en esta gente, que me dice, pobre de mí, que yo sigo directrices del Cabildo para combatirles. Bien me gustaría que el Cabildo me empleara en estos tiempos de rebambaramba económica, aunque sea de consultor aúlico, de asesor externo o de espadachín, que yo soy laxo a la hora de aceptar cometidos encargados por terceros, y más ahora que no hay ni para el potaje de berros. O sea, que tranquilícense, que lo de las mamás políticas es de mi cosecha y de cajón porque a nadie se le ocurre -sino a los de TITSA- meter en el convenido colectivo a las suegras. Y, coño, ya que están en el convenio que hagan algo útil y que vigilen al rabinaje guagüero, dije y reitero, dotándolas para ello de la condición de guardias juradas.

2.- Falta sentido del humor, circunstancia que yo atribuyo a la crispación y a los sindicatos. A la crispación, por razones obvias del mal rollito que genera la sola presencia del señor Rodríguez Zapatero ; y a los sindicatos, porque Cándido Méndez y Fernández Toxo son, per se, antipáticos, nunca sonríen y aplican mucha trascendencia a todos sus actos. A mí me caen mal, no me gustan. En realidad, los sindicalistas me gustan poco. Ni siquiera soportaba a los del sindicato vertical de Franco , que vienen a ser iguales a los del horizontal de ZP. Con sus honrosas excepciones, que las hay y muy agradables, sobre todo en la grey femenina (y ahora me acuerdo de una sindicalista muy guapa, competente y agradable que trabaja en El Corte Inglés y que se llama Águeda) .

3.- Así que a los sindicalistas de TITSA no les gusto, ni les gusta lo que escribo. Pues qué quieren que les diga, tampoco me importa mucho. Hombre, mi época de Rambo ya pasó; ahora soy casi un jubileta, a unos años de calzarme las zapatillas de cuadritos, con un agujero en un lado para aliviar y sacar al fresco el juanete. Quiero decir que ya no tengo edad para jugar a meterme en las trincheras y, además, a este país no le hacen falta trincheras sino sentido del humor. Mucha coña, ¿entienden? Yo veo ahora un agujero en la valla de una obra y me están dando ganas de mirar por él, así que intuyo que se acerca el final, porque uno de los primeros síntomas del jubileteo es mirar por la fatídica rendija. Desde que sientas un impulso irrefrenable que te conduce a ella piensa que estás acabado. Como yo.

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