Pobrecita Canarias

Por Andrés Chaves

1.- Es complicado recibir algo en Canarias por correo. Aduanas, que estrena escáner, aún eterniza el despacho de las mercancías. Todo el mundo quiere cobrar por todo: el Estado, los cabildos, el Gobierno de Canarias. Eso de las administraciones triplicadas es colonial y anacrónico, absurdo y muy caro. Los impuestos por triplicado sirven para alimentar a funcionarios panzudos y para ralentizar la recepción y el envío de mercancías. Ahora, la Aduana devuelve a los remitentes aquellos paquetes que contienen alcohol y tabaco y que se envían desde Canarias a la Península. Es decir, que el escáner ha servido no para aligerar los envíos y hacer más segura la recepción (tema de las drogas) sino para joder un poco más a los canarios que remiten cuatro cajetillas de cigarrillos al niño que estudia en Madrid. Ni en los tiempos de la oprobiosa se controló tanto a tantos. Estamos lejos y no hemos encontrado, a pesar de los años transcurridos, la forma de hacer más cómoda la vida de los habitantes de estas islas. La burocracia se ha convertido en brutal, mucho más rígida y perversa que en el franquismo.

2.- Cuando llegó la hora de hacernos autónomos dije, y publiqué, que había que tomar a los cabildos como modelo. Una mancomunidad fuerte y unos cabildos que gobernaran las islas habrían sustituido no sólo a la administración del Estado, sino que hubiesen hecho inútil la creación del ejecutivo autonómico. Lo hubieran evitado. Formas había muchas, pero la UCD se empeñó en imitar a los catalanes, excepto en lo único positivo de la imitación: la manera de acceder a la autonomía, que para ellos fue la vía histórica y para nosotros la vía del ralentí. ¿Quién más histórica que Canarias, que ha tenido que defenderse a sables y cañonazos del invasor, durante siglos? A lo mejor nos hubiera convenido ser menos bravos y seguir el consejo de Pérez Minik : no haber dejado salir a Franco y haber dejado entrar a Nelson .

3.- Pero el Estado no quiere soltar los chollos: ni la Agencia Tributaria, ni Aduanas, ni el mando de la Guardia Civil y de la Policía, ni la mayor parte del control sobre la Justicia. No sabe nada el Estado. De administración residual, nada, porque los poderes reales los tiene en sus manos. Por eso no me extraña que, a la vieja usanza, se echen para detrás los cartones de cigarrillos y las botellas de whisky que enviamos a Madrid para consumo familiar. Es justa la queja que he recibido de un amable comunicante y que me da pie para escribir el resto. Pobrecita Canarias. Qué poco respeto nos tienen.

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