Más demócratas que nadie
1.- Leo en un digital algo que me ha hecho reflexionar, ahora que tengo tiempo. O, mejor, que desvirtúa todo el sentido que yo tenía de la jerarquía. Quizá por mi educación, en el seno de una familia que respetaba esa jerarquía. En el desfile del día nacional, en Madrid, la hija del rey, la infanta Elena , no fue invitada a la tribuna, sino que ocupó un lugar al lado del jefe de la oposición, Alfredo P. Rubalcaba . Y, sin embargo, la nieta de un taxista, elevada a la condición de princesa de Asturias, estaba junto al rey. No sé cómo le sentará esto al monarca: su hija, fuera de la tribuna; una nuera que nació plebeya, junto a él en la tarima más alta. Hasta la monarquía cambia sus esencias. Dicen que el rey se cabreó mucho cuando su hijo le comunicó que quería casarse con una locutora de televisión, divorciada. "Ni hablar", respondió el monarca, "no lo voy a tolerar". Dicen también que el espigado hijo le respondió: "Papá, o ella o la renuncia". Fueron momentos tensos para la familia real. Ahora Elena ha contestado, con amargura, sobre su exclusión de la presidencia de un acto tan significativo como es el desfile del 12 de octubre: "Alguna vez tenía que ocurrir".
2.- Este es un país que crucifica a todo el mundo y lo manda, sin piedad, a la hoguera. No es sólo una metáfora, ahí tienen a la Santa Inquisición. España es especialista en pasar a cuchillo a quien sea. Tampoco es una metáfora, ahí tienen la conquista de América. Y si lo quieren más doloroso y cercano, repasen la historia de la conquista de Canarias por los mercenarios del de Lugo , que acabaron con los guanches de una forma cruel. A pesar de haber sufrido monarquías absolutistas, dictaduras y gobiernos de una crueldad infinita, cuando agarramos la democracia por las orejas somos más demócratas que nadie. La prueba la tuvimos el jueves, en la tribuna del desfile que primero se llamó de la Victoria y ahora creo que se llama de las Fuerzas Armadas. La princesa de Asturias (más princesa del pueblo que Belén Esteban ), hinchada en el palco; la hija del rey, encogida al lado del jefe de la oposición. Doloroso para la monarquía.
3.- Como pueblo latino somos también un pueblo lleno de nervios. La serenidad la desconocemos, obramos a impulsos y la historia se encarga de demostrarlo. Una historia amasada con decisiones equivocadas. Pasamos por una etapa terrible, cuyo final incierto nos causa zozobra, y siempre estamos jugando con fuego. Lo que pasó en el palco de Madrid puede, incluso, hablar de una institución que se desmorona. O a lo mejor se trata solo de una actualización de la monarquía, vaya usted a saber. Sea lo que sea, los hechos son los hechos. Yo no me invento nada.
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