La guerra de Gila
1.- Estados Unidos paga, cada semana, una media de cuatro millones de dólares a los talibanes de Afganistán para que no ataquen a sus convoyes. Es como la guerra de Gila de las gallinas mensajeras y del "¿está el enemigo?: que se ponga". Es más barato pagar esos cuatro millones de dólares que perder vidas humanas, carros de combate, helicópteros y otro material militar muy sofisticado. Así que los americanos apoquinan, como ya pagaron los italianos, que en esto de los conflictos armados, por lo que dicen, no son demasiado valientes. Todavía están viendo correr en Guadalajara a las brigadas italianas que Mussolini envió para ayudar a Franco en su cruzada. Era lógico: aquella guerra no era la suya, lo mismo que no es de nadie la de Afganistán. Es lo que ocurre con los conflictos largos y de nadie, que se convierten en guerras de Gila. Y hasta el general McChrystal , el jefe de la cosa yanqui allí, ha sido llamado a Washington por decirle cuatro cosas bien dichas a Obama y a varios colaboradores del presidente. Ah, el toque corrupto está en que dos de los jefes talibanes que reciben la morterada son parientes del presidente proyanqui, Ahmed Karzai .
2.- ¿Y cómo se realiza el pago sin que se resienta la falsa moral americana? Pues a través de las agencias de seguridad privadas, que no son otra cosa que oficinas reclutadoras de mercenarios, de gatillo fácil y gafas Ray-Ban, armados hasta los dientes, que custodian desde instalaciones militares a edificios civiles de diversa condición. ¿Recuerdan aquella famosa agencia de detectives y cazadores de delincuentes, Pinkerton, en los tiempos de Jesse James ? Pues algo parecido, pero en versión de Miguel Gila, que era un genio para inventarse guerras absurdas. Estamos en el Far-West, pero en su dimensión asiática, que es como el spaghetti western, pero con muchos más tiros de kaláshnicov.
3.- Hoy en día hasta las guerras son mentira. Parecen, por eso mismo, organizadas por Zapatero , ese Pinocho de la política; pero no, esta vez la guerra de Afganistán viene de atrás, aunque la alimentan con entusiasmo pacifistas como Obama y Ahmed Karzai, ese hombre de apariencia apacible, capa y gorrito. Fíjense qué tragedia: para evitar el conflicto, va y se le paga al enemigo. Qué dirían Napoleón, Julio César, Viriato, Patton, Mac Arthur, Eisenhower, Franco, De Gaulle y las madres que los parieron si leyeran esta noticia. Estados Unidos pagando al enemigo para que no le ataque, con el dinero de sus contribuyentes. Qué vergüenza. A lo mejor por eso McChrystal calificó lo de Afganistán como una guerra de mierda. No digo yo.
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