Güímar
Por Andrés Chaves
1.- Vamos a ver. Prometo volver con esto, pero ahora sólo daré unas pinceladas. Concejal que arremete contra el mirador de Don Martín, allá en Güímar, en lo alto, porque cree que con ello daña el prestigio de la anterior alcaldesa (del PP), Tita Díaz. Imaginen la credibilidad que puede tener alguien que perteneció: a) a Asamblea Nacional Canaria; b) a Asamblea Güimarera; c) al PP; d) al PNC y e) a Alternativa por Güímar. Con estos antecedentes es suficiente para ignorar las críticas contra Tita, que es una buena persona y una mujer muy honesta. Me ha molestado mucho ver su nombre en los papeles, acusándola de favorecer a su marido en un tema de recalificaciones y del futuro del mirador de Don Martín, allá arriba, en la cumbre. Se trata de acusaciones radicalmente sesgadas y rotundamente falsas, de las que supongo que Tita Díaz se va a defender.
2.- Vamos a ver si dejamos las cosas en su sitio. Si cualquier ciudadano, sea edil o no, tiene algo contra alguien, existen canales normales en un Estado de derecho para la denuncia, la acusación y la defensa. Pero sorprender a los medios de comunicación con noticias viciadas para dañar el prestigio de una buena persona como Tita Díaz se me antoja una temeridad. Si el mirador güimarero, propiedad de su marido, no puede ser enajenado porque incumple esto y lo otro, que se diga, que se denuncie en el propio Ayuntamiento; lo que sea. Pero arremeter contra una ex alcaldesa (hoy consejera del Cabildo) tan honesta, a la que no le hace falta ningún mirador para vivir holgadamente, me parece estúpido, cobarde y ruin. Supongo que los afectados por las diatribas del edil (cuyo nombre se me ha olvidado) ejercerán las acciones legales que procedan para defenderse. Esto a mí no me deja ni frío ni caliente; más bien tibio.
3.- Los pleitos de pueblo a mí no me gustan; por eso, porque son de pueblo. Además, siempre sale uno trasquilado de ellos. Me importan las personas. Los juzgados están para dirimir unas cuestiones y la política para lograr el bienestar de los ciudadanos. Los canales éticos de la política son laxos. Acceder a la política para armar el follón se practica mucho en España. No se aporta nada positivo, sólo se arremete contra las personas con la palabra, que es un dardo peligroso cuando se emplea mal. A mí tampoco me gusta hacer caso a la gente sin alma, que siempre ataca, nunca se apacigua. Será que me estaré volviendo viejo. Volveré pronto con esto, supongo.
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