Ganó don Concho

1.- Confieso que he llegado al estadio de viejo carrucho. Mientras la Humanidad entera se quita los pelos del cuerpo, pulverizando el viejo dicho que reza que "donde hay pelo hay alegría", en Eurovisión gana la mujer barbuda. Es la trasgresión de la costumbre al uso, así que la austriaca, nieta de colombiana, que cantó peor que los demás y, encima, llevaba barba, se llevó el premio. Ya había ganado antes una travestida israelita, si no recuerdo mal, por lo que concluyo que para vencer en el ya aburrido concurso europeo de canciones lo mejor es ser ambiguo o dejarse crecer el greñerío en general. Ya sabemos quién será la estrella invitada en la próxima gala drag-queen de Las Palmas, doña Conchita Wurst , a la que habrá que llamar, por mor de su ajetreada actividad pilífera facial, don Concho .

2.- Este mundo camina inexorablemente hacia lo raro. No porque Eurovisión lo gane un señor/señora de pelo en barba, sino porque lo que importa un carajo es la canción y lo que gana es el esperpento. ¿O es que ustedes creen que a don Concho lo votaron por cantar bien? No, lo votaron por su barba negra y por su atrevimiento. Me imagino el tamaño del pelo capitán, que podría ganar otro concurso, si se lo propusiera, de bragas/gayumbos adentro. Porque uno no sabe bien la prenda exacta que lucirá don Concho en su más estricta intimidad.

3.- Este festival de Eurovisión se distinguió por la hegemonía del macho berberisco frente a la dulzura y la delicadeza de las cantantes. Se lamentarán las feministas de que están perdiendo la batalla, porque la irrupción del macho berberisco en el certamen ha cogido desprevenidas hasta a las Femen, que no aparecieron por allí para hacer el coro a don Concho; ellas se concentran en los actos de Esperanza Aguirre , para oírla bramar con ese gritito corto de las pijas. El mundo se vuelve loco, no ya porque los hombres se vuelvan mujeres y las mujeres hombres, en un festival divertido que nadie sabe cómo va a acabar, sino porque para ganar algo, lo que sea, es preciso dar la nota. En lo que se ha convertido el mundo es en un inmenso circo, donde faltaba la mujer barbuda. Ya la tenemos. A lo mejor comienza una nueva era ambigua y maravillosa, en la que todos se darán por retambufa. Yo me borro. A mí déjenme como estoy.

achaves@radioranilla.com