De Santa Cruz la nuit, nada
1.- Paco Pimentel , aquel genio de la crónica, puso a su Santa Cruz la nuit muy cerca de los lectores. Paco no sólo contaba lo que ocurría, sino que novelaba lo que no ocurría. E hizo de su crónica titulada "Santa Cruz la nuit", en la noche de los tiempos, un ejercicio de fabulación. Porque, en realidad, entonces, como hoy, en Santa Cruz no pasaba absolutamente nada; y mucho menos, de noche. Así que los munícipes que ahora quieren resucitar los atardeceres van listos porque aquí a esas horas no se mueve nadie. Quien podría dar nueva vida a crónicas ciudadanas es Eliseo Izquierdo , que goza de buena salud y de una rara capacidad para contar bien las anécdotas que se refugian en el tiempo. Como aquella de don Ramón Gil-Roldán , cuando le tocaron en su casa, de madrugada, y el abogado lagunero pensó que era la policía que venía a llevárselo, acaso por alguna manifestación en contra de lo establecido. "¿Quién es?", gritó don Ramón a quienes lo molestaban a aquellas horas. "No te preocupes, tío Ramón, somos nosotros, tus sobrinos, que venimos a darte una mala noticia". "¡Menos mal!", volvió a vociferar el letrado, "pensé que eran los esbirros del gobernador que venían a llevarme". A don Ramón, un hombre de una inteligencia y sabiduría notables, lo llamaban "el Manisero", por su forma destartalada de caminar.
2.- Estas personalidades se han perdido. Cuentan que don José Víctor López de Vergara , ilustre letrado y secretario del Cabildo, nunca redactó las actas de la corporación nada más terminados los plenos, sino que las llevaba en la cabeza; se sabía de memoria los asuntos tratados en las sesiones y las intervenciones de los consejeros. Cuando tenía algo de tiempo las pasaba a papel, pero muy de vez en vez. Pimentel era, como el abogado don Pepe Arozena Paredes , un hombre de esquinas. Se situaba en una esquina de Santa Cruz con la chaqueta manchada y un puro que parecía azotado por una tormenta. Y observaba. Su capacidad para recoger lo que ocurría sin tomar una sola nota era enorme.
3.- Yo echo de menos a gente así. Los estudiantes de Derecho iban a la Audiencia a escuchar a don José Víctor López de Vergara y a don Manuel González de Aledo . Un espectáculo verlos actuar, uno en cada parte. Los periodistas jóvenes nos refugiábamos en las redacciones a leer y a aprender con los viejos maestros. Yo tuve el honor de trabajar dos años de mi vida con don Víctor Zurita y algunos más con Alfonso García-Ramos . Y de hablar mucho con Ernesto Salcedo . Yo he leído la obra completa, la periodística -en las hemerotecas- y la literaria, en los libros, de don Leoncio Rodríguez . Todos fueron cronistas de su época, como buenísimos periodistas que eran. Pero hoy de Santa Cruz la nuit, nada.
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