Cubillo nunca pagó un cortado

En mis largos ratos con Antonio Cubillo, a lo largo de más de dos décadas, el líder independentista nunca pagó un cortado. Ni siquiera invitó cuando Eligio Hernández consiguió que el Estado lo indemnizara con más de 25 millones de las viejas pesetas, tras haber sido condenado el Gobierno español por el atentado de Argel, que le mantuvo en silla de ruedas para el resto de su vida. Cubillo, que jamás fue condenado por terrorismo, fue protagonista, en Canal 7, del célebre programa El Perenquén, del que él decía que se vendían copias en el rastro de Santa Cruz, dato absolutamente falso. Ni una. Pero sí batió records de audiencia y fue todo un referente del periodismo de la época y la primera tertulia de televisión en toda España. La tacañería de Antonio se la echábamos en cara los contertulios, cada vez que acudíamos al kiosco Numancia, antes y después de los programas, a vaciar de botellas las estanterías. Algunas veces tardábamos en pagar la cuenta, a ver si Cubillo se retrataba. Ni un ademán. Fue una buena época, por los noventa, o algo así. Paco Padrón, que dirigía, realizaba y costeaba el programa, tiene los datos más frescos. Canal 7 fue la televisión de todos, cuando no había programas hechos en Canarias y los que salían de los estudios eran todos una mierda. De aquel espacio quedamos pocos supervivientes: Juan-Manuel García Ramos, Ángel Isidro Guimerá y yo, me parece, porque Cubillo, Justo Fernández y Agustín Acosta (que era suplente) murieron y, además, prematuramente. Nuestro principal fan, que también murió, era Antonio Tavío, que nos seguía a todas partes y las grabaciones en directo. Todavía recuerdo mi camisa ensangrentada, tras el ataque furibundo de una rica heredera tinerfeña, a la que le dieron una información equivocada y se disparó y me agredió en un restaurante. Con la indemnización me compré un reloj.

Publicado en el Diario de Avisos