Color Esperanza
Por Andrés Chaves
1.- Yo sabía que saltaría un mindundi poniendo a caldo de pota a Esperanza Aguirre , presidenta de la Comunidad de Madrid, por salir a escape de Bombay, tras haberse librado de una balacera y esquivado charcos de sangre y cadáveres. El mindundi ha sido el catalanista Ignacio Guardans , que se ponía morado en un restaurante cuando sucedieron los hechos y por ello no vio nada. Me indigna que politicastros quieran sacar partido de situaciones personales graves, como la vivida por Esperanza Aguirre, de la que creo que es una excelente gestora y una mujer valiente y con suerte. No hace mucho sobrevivió a un accidente de helicóptero y ahora le ocurre lo de Bombay; me gustaría pasar por su peta mis décimos del sorteo de Navidad. Esperanza, liberal y sonriente, ha sido defendida por miembros de la delegación que presidía, que se dividió en dos grupos durante la refriega. Uno de ellos llegó al aeropuerto y pudo salir; el otro fue conducido por la policía india a un malecón cercano y ahí sus componentes esperaron a que fuera posible la repatriación.
2.- En este país siempre hay alguien que protesta de todo. Y en política, mucho más. Igual que en nuestra tierra, pase lo que pase, siempre hay un mago mirando, en España existe un idiota que intenta cuestionar lo incuestionable. Fíjense ustedes en las tertulias de la televisión; unos tipos canosos y de izquierdas opinan de todo con un desparpajo digno de mejor causa. Lo mismo saben de fútbol que de alta política. La conclusión se resumen en una palabra: nada. No tienen puta idea de lo que dicen y se convierten en opinadores a sueldo que van de feria en feria, de canal de televisión en canal de radio, sin solución de continuidad.
3.- Esperanza Aguirre hizo lo que tenía que hacer: huir. No iba a ponerse al mando de cien lanceros bengalíes y asaltar el hotel Oberoi, librándolo de los terroristas. Creo que era mejor dejar este cometido para las fuerzas de élite hindúes, que han cumplido con su trabajo, tras varios días de esforzada lucha, de metralla y de muerte. ¿Se imaginan a Esperanza con un casco y los galones de capitana conduciendo a las tropas? A lo mejor es lo que pretendía Guardans, desde su opíparo almuerzo en un restaurante de Bombay. Digo yo.
rpeyt@yahoo.es