Colapsados

Por Andrés Chaves

1.- La autopista del Sur se colapsó el pasado lunes como consecuencia de la apertura de una tienda de electrónica e informática. Semejante babiecada viene a cuento de que, como promoción de apertura, los ordenadores se vendían ese día a cuatro pesetas y otros productos casi se regalaban. En cierta ocasión, otra empresa ligada a ese grupo vendió secadores de pelo a un euro, lo que provocó que una jauría de gordas se echara a la calle, pisándose unas a otras, para hacerse con uno de ellos. Costaba mucho más el taxi hasta el lugar y toda la ropa rota en la batalla que el rudimentario secador, incapaz de resistir dos asaltos entre las greñas de su nueva dueña. Yo sinceramente desconfío de estas promociones, con las que nos quieren ofrecer duros a cuatro pesetas. Pero la gente pica siempre y allí se produjeron accidentes por alcance, discusiones furibundas y otras iras menores. Si se aplicara aquella máxima del Derecho Romano: "La causa de la causa es causa del mal causado", la cola, la empresa y su mercancía acabarían en la mazmorra. Pero en el Derecho moderno esto ya se considera fuera de uso.

2.- En esta época de crisis, cuando uno ve tal aglomeración, piensa, sencillamente, que no existe tal crisis, que es inventada. Pero cuando manejas los datos económicos y compruebas que realmente está latente, y muy gorda, te echas las manos a la cabeza. De acuerdo que estas empresas tienen directivos muy listos: abren a principios de mes, porque la gente guarda dinero fresco en el bolsillo. Pero estas compras superfluas, sin duda, evitarán que la familia coma (o al menos coma con fundamento) más allá del quince del mes corriente; o provocan que se endeude más. La cosa tiene, sin embargo, su contrapartida positiva: se propicia el aumento del consumo. La caída del consumo es uno de los parámetros con que se detectan las crisis económicas; así que cualquier empujoncito contrario es bienvenido.

3.- Unas empresas abren y otras cierran. No han tenido la misma suerte otras nuevas tiendas de electrónica instaladas más cerca de la ciudad, cuyo cierre es la crónica de una muerte anunciada. Acaban de llegar y ya se van. Todo es una cuestión de marketing y de precios, pero nunca de calidad. El otro día fui a comprar una radio digital a uno de estos almacenes y me quedé patidifuso: lo que tenían era poco y muy malo. Ganan más en otros productos y retraen la venta de los de menor margen. Somos sus esclavos, porque ellos manejan el mercado y la distribución.

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