Amerizaje
Por Andrés Chaves
1.- El 16 de septiembre de 1966 estaba yo haciendo auto-stop en la rotonda del Padre Anchieta lagunera, como cada día, tras asistir a clase en la Escuela de Periodismo de la Universidad de La Laguna. Vi despegar el avión DC-3 de la compañía Spantax que minutos más tarde tocaría con su panza las aguas de El Sauzal, pilotado por un aviador excepcional, el comandante Eugenio Maldonado . Llevaba a bordo 24 pasajeros, su copiloto y una azafata. Maldonado notó que le fallaba un motor y decidió posarse en el mar, antes de estrellarse contra la isla de la que había despegado minutos antes. Eligió como pudo el enclave y miró la dirección de las olas, para tomarlas correctamente y que el avión no picara el océano con su morro. Se posó en el agua como una gaviota en el mar. Sólo murió un pasajero, de infarto. Y hasta que no se demostró la causa del fallecimiento, Maldonado estuvo sometido a la férrea jurisdicción militar y a un consejo de guerra. Salió del avión con un trozo de camisa del muerto en la mano de tanto tirar de su cuerpo (tenía los ojos abiertos y él lo creía vivo), después de recorrer la cabina del DC-3 para cerciorarse de que él era el último en abandonarlo.
2.- El buzo que rescató la documentación del avión y los objetos personales de la tripulación y de los pasajeros fue Jesús Martínez Vázquez , querido amigo, presidente que fue hasta hace un par de años de la empresa editora de La Gaceta de Canarias. Con Jesús trabajé yo tres años como director del periódico; una época durísima para los dos. Jesús fue un gran buzo y es un gran marinero. Él localizó el avión que hoy, cuarenta y dos años después, descansa aún en el fondo marino sauzalero.
3.- Ahora que los Estados Unidos rinden homenaje a Chesley Sullenberger , el piloto del Airbus 320 que amerizó en el río Hudson helado, con 150 pasajeros que resultaron ilesos, bueno es recordar la hazaña de Eugenio Maldonado, que hoy tiene 72 años y vive en Málaga. Maldonado, entonces un joven piloto, ha escrito sus memorias en unos 300 folios que van a ser editados. Qué curioso. Una vez, saliendo de Londres en un Boeing 727 con 200 pasajeros, su avión se quedó sin hidráulico y tuvo que llegar a Madrid tirando de los mandos, por cable. Me ocurrió lo mismo, viajando de Madrid a Tenerife en un DC-8. El piloto tiró el combustible sobre cielo madrileño, nos preparó para un aterrizaje de emergencia y, a cable pelado, tomó en Barajas sin novedad, en medio de un enjambre de bomberos y ambulancias. Maldonado tiene siete vidas, como los gatos. Lo contará en su libro.
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