El ex presidente del Senado, Amilkar Acosta, analiza durante su visita a Lanzarote la situación política y económica del país suramericano

“El paramilitarismo subsiste en Colombia y esto ya pone en duda la política de seguridad democrática”

El catedrático advierte del aislamiento de Colombia del resto de países de la zona por caer en “la trampa” de Estados Unidos de negociar con él bilateralmente el Tratado de Libre Comercio comprometiendo los intereses de los vecinos

Amilkar Acosta fue senador de la República de Colombia y vice ministro de Minas y Energías. En 2006 desistió de su nueva aspiración parlamentaria por una amenaza directa del jefe paramilitar "Jorge 40".

Después de un maratónico recorrido por los Centros de Arte, Cultura y Turismo de Lanzarote, el ex presidente del Senado de Colombia y ex viceministro de Minas y Energía, Amilkar Acosta, nos atendió bien entrada la tarde en un restaurante de Playa Blanca, para hablar sin rodeos de la situación política y económica del país suramericano. Este economista caribeño oriundo del departamento de La Guajira, territorio fronterizo con Venezuela, estuvo ininterrumpidamente en la Cámara Alta representando al partido Liberal del año 91 a 2002 y quiso volver en 2006 pero su nueva aspiración la coartó una llamada de Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40: “Usted no está en el mapa político que hemos definido para la región”. Acosta sabía perfectamente que una amenaza paramilitar de este calado había que tomársela en serio y decidió apartarse de la carrera electoral tras cuatro meses de campaña. Desde entonces optó por la academia y actualmente es profesor de postgrado en el área de Derecho Económico en la Universidad Externado de Colombia con sede en Bogotá.

Jorge 40 era el comandante del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y confesó al menos 600 crímenes dentro del proceso de desmovilización de los paramilitares promovido por la Ley de Justicia y Paz del Gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez. Con muchos interrogantes de la oposición y de la sociedad colombiana que no traga entero, Jorge 40 fue extraditado a Estados Unidos en mayo pasado por el delito de narcotráfico. Al ver por encima el “currículo” del jefe paramilitar es más que entendible la decisión de Amilkar Acosta.

Es crítico de la gestión de Uribe Vélez y de su política de “Seguridad democrática” que ha vendido aquello de “mano fuerte, corazón grande”, pero admite que el primer presidente reelegido en Colombia -antes la Constitución no lo permitía en periodos continuos- se convirtió en un fenómeno político durante la campaña de su primer mandato gracias a un escenario favorable. Acababa de fracasar el proceso de negociación entre el Ejecutivo de su antecesor, el presidente conservador Andrés Pastrana Arango (1998-2002), y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) lideradas por Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo. El discurso guerrerista de Uribe, destaca el analista colombiano, conectó con la opinión nacional y ganó las elecciones.

Ni Justicia ni Paz

Volviendo a la controvertida Ley de Justicia y Paz, el ex senador considera que no hubo justicia, más bien impunidad, tampoco paz porque está comprobado el rearme de sectores desmovilizados y mucho menos resarcimiento a los familiares de las víctimas de las atrocidades. Los principales cabecillas de las AUC han sido extraditados a Estados Unidos y ello no garantiza reparación alguna. Por otra parte, los grupos armados están sometiendo a los campesinos al desplazamiento y a la pérdida de tierras productivas y además continúa la matanza de dirigentes sociales. En lo que va de 2008 se cuentan 40 sindicalistas asesinados. El Gobierno niega el conflicto e insiste en la amenaza de terrorismo. Tampoco hay que olvidar los escandalosos y vigentes casos de “parapolítica”, tanto, que la relación comprobada entre parlamentarios y paramilitares en Colombia tiene empapelados judicialmente a un buen número de “padres de la patria”. Recuérdese la amenaza a nuestro interlocutor de que no figuraba en el mapa político de los paramilitares y por eso debía abstenerse de continuar con su legítima aspiración. Amilkar Acosta es claro: “El paramilitarismo subsiste en Colombia y esta situación ya pone en duda la política de seguridad democrática del presidente Uribe”.

Sofismas económicos

De temas económicos Acosta habla con igual propiedad. La economía colombiana creció entre los años 2003 y 2007 un promedio del 6 por ciento y en el último ejercicio de este periodo el crecimiento alcanzó el 8,2 por ciento. El Gobierno, tal y como lo describe el académico, saca pecho diciendo que el crecimiento es producto de la seguridad democrática pero resulta que países vecinos como Venezuela o Ecuador crecieron más sin ofrecer tantos beneficios al capital extranjero y nacional. Uribe estimuló la inversión bajando impuestos y aplicando otras medidas, muchas empresas alcanzaron un alto nivel de tecnificación, modernizaron sus fábricas, desplazaron mano de obra y la tasa de desempleo subió. La peor cara del crecimiento económico la muestra un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) que demuestra que Colombia fue el único país que no aprovechó la bonanza para mejorar la redistribución de los ingresos. Los ricos se hicieron más ricos y la pobreza aumentó. De hecho, Colombia, después de Haití, es el país con peor distribución de los ingresos de la región. Desde el año pasado, el crecimiento económico volvió a ralentizarse y el primer trimestre de este ejercicio creció apenas el 50 por ciento de lo que había crecido en 2007, coincidiendo con la crisis internacional.

“Con los calzones abajo”

Amilkar Acosta advierte de que el Fondo de Ahorro y Estabilización Petrolera constituido en Colombia en el año 97 garantizaba una reserva de divisas importante para el país, no obstante, cuando el Gobierno de Uribe diseñó el Plan de Desarrollo de su segundo período presidencial dispuso de él y gastó unos 5 mil millones de dólares. “La crisis nos sorprende con los calzones abajo”, apunta el ex senador, que además subraya que la estrategia natural de otros países ha sido tirar de la inversión pública para paliar las dificultades, “pero en Colombia no hay dinero”. La salida recurrente: más impuestos y/o más deuda externa.

Colombia, aislada

El gran error fue negociar bilateralmente, sin tener en cuenta a los países andinos, el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, que por cierto ni siquiera se ha ratificado, cuando en el pasado reciente lideraba el proceso integrador andino bajo la premisa de negociar en bloque. El economista entiende que Colombia cayó en la trampa de Bush, que al fracasar con el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que en el papel era la expansión del TLC de América del Norte a todos los países de Centroamérica, Sudamérica y el Caribe, excepto Cuba, salió a negociar con su socio “consentido” el TLC comprometiendo los intereses de los países andinos. Así, Colombia tiene sobre sus espaldas el remordimiento del intento de desintegración, el TLC, como ya lo dijimos, aún no ha sido ratificado, y para rematar Uribe apostó a caballo perdedor: John McCain. “Barack Obama votó en contra del TLC y seguramente no lo ratificará si no mejoran los derechos humanos en Colombia”, asegura Acosta, quien piensa que en este momento “el país está en el lugar equivocado”.