Las risas de De Juana

José Ignacio (Iñaki para los amigos, que los tiene) de Juana Chaos tiene que estar descojonado de risa en el hospital de San Sebastián al que le han trasladado obedeciendo la orden de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias sobre su prisión atenuada, que es un eufemismo que se utiliza para no decir que está sin prisión. Este terrorista, autor confeso y no arrepentido de más de una veintena de asesinatos (son los que se conocen) se ha convertido en el centro de atención de la vida de todo un país. Ahí es nada. Ha superado en popularidad a Cachuli, otro preso (éste, aunque corrupto, político de verdad) de postín de los muchos que habitan nuestra floreada y animada red carcelaria.

Hace tiempo escuché a José María Calleja, periodista que ha vivido en sus carnes el azote del terrorismo y que por tanto habla con más conocimiento de causa que los que no han sentido en la nuca el aliento de los asesinos, subrayando el flaco favor que se está haciendo a la sociedad española hablando un día sí y otro también de De Juana. Estoy totalmente de acuerdo, máxime cuando entiendo que se han sobrepasado los límites de lo racional. Sin embargo, la cosa ya no tiene remedio. O sí. De momento, y como curiosidad, he escrito en el servidor Google “de juana” y me han aparecido más de 1.650.000 entradas. Es decir, hay más de un millón de páginas en Internet en las que se habla de este sujeto. Insisto, tiene que estar descojonado de risa. Ni en sus mejores sueños se habría imaginado algo así, habría imaginado que iba a ser más importante y más conocido que Julián Muñoz y La Pantoja.

Y es que seguimos estando en un país de auténtica pandereta, ahora mismo dividido en dos frentes absolutamente enfrentados que de forma estúpida no se ponen de acuerdo en algo tan básico y trascendente como es la lucha contra el terrorismo en todos sus frentes. Se trata de no dar más publicidad a los terroristas, no dar más publicidad a personas que hace tiempo que tendrían que estar apartadas de la sociedad.

Por suerte conozco muy bien el País Vasco, Euskadi para mis amigos vascoparlantes. Es una de las zonas más bonitas de España (si no la más bonita), con una riqueza tremenda, con un potencial increíble, con unos paisajes de ensueño y con una gente absolutamente maravillosa a la que quiero y admiro. Cuando la socialista Rosa Díez, otra luchadora infatigable contra el terrorismo, puso en marcha el famoso eslogan “Ven y cuéntalo” le hizo un enorme favor a esta tierra, porque hay que ir y contarlo. Todavía conozco gente que piensa que allí está todo el mundo poniendo bombas por la calle. Y no es así, de ahí que uno no entienda que sólo se hable de ellos en informaciones que tienen que ver de forma directa o indirecta con el terrorismo o con el deseo de unos cuantos de separarse de España.

Pero me he desviado del asunto. Estaba escribiendo sobre la publicidad gratuita que se hace no sólo de los terroristas sino de los partidos ilegalizados. No hay un día en el que uno no vea un telediario nacional, escuche una emisora nacional o lea un periódico nacional en el que deje de aparecer el careto de Otegi y del resto de integrantes de Batasuna, que si no me equivoco es un partido ilegalizado. Con esta manía que tienen los editores de los informativos de abrir siempre con lo mismo, no sólo se consigue transmitir a toda España el mensaje de esta gente, sino que se les hace una propaganda que buscan y encuentran sin pagar un euro. Un error garrafal.

Mientras esto sucede, los dos principales partidos del país, PSOE y PP o PP y PSOE (tanto monta), son incapaces de entender lo importante que sería que se pusieran de acuerdo no sólo en la lucha antiterrorista sino también en aspectos ahora tan importantes como la política penitenciaria o la aplicación íntegra de las condenas para los asesinos.

Todo el mundo sabe, y lo saben en el PSOE desde el bedel que abre la puerta de Ferraz hasta el chico que envía los comunicados por fax, que la decisión sobre De Juana Chaos ha sido una metedura de pata de las gordas, por muchos informes médicos que existan sobre el riesgo de su vida. ¿Qué trato se le puede dar en el Hospital 12 de Octubre de Madrid (donde por cierto trabaja mi querida tía Margarita) para que sea necesario el traslado? No se entiende, no lo entendemos la mayoría de los españoles. Eso no quiere decir, sin embargo, que el PP esté legitimado para aprovechar la ocasión con el único objetivo de ejercer una política de oposición que poco o nada favorece al objetivo que la mayoría deseamos, que no es otro que el fin real y cierto de la violencia.

En mi particular “zaping” radiofónico (soy capaz de ir escuchando cuatro emisoras a la vez) me tropecé este martes con una interesante tertulia (imagino que sería en la SER) en la que participaba Carlos Carnicero, un periodista con el que pocas veces suelo coincidir que sin embargo dijo algo que me pareció muy sensato. Más que decir propuso, propuso que intervenga para parar esta absurda pelea de gallos el jefe del Estado, que no es otro que el Rey Juan Carlos. Sí, a muchos les parecerá algo estúpido; a mí no. El Rey podría llamar a capítulo a los máximos responsables de la actual carajera, que no son otros que José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, sentarlos en uno de los cómodos sillones de La Zarzuela y reclamarles que antepongan la sensatez a los intereses de partido. Ninguno se podría negar, los dos tendrían que aceptar la mediación.

Un oyente que llamó a otra emisora explicó que resulta muy difícil encontrar posturas intermedias en el debate, muy difícil opinar de forma objetiva. “O se apoya lo que dice el PP o se apoya lo que dice el PSOE”, decía. No lo creo. Somos muchos los que pretendemos el equilibrio de fuerzas. Estoy de acuerdo con el PP en que el caso De Juana se ha tratado con muy poca inteligencia, pero estoy de acuerdo con el PSOE en que el principal partido de la oposición está intentando sacar rédito electoral de un asunto muy delicado. Mientras esto sucede, hasta aquí, hasta este alejado rincón de Europa, llega el eco de las risas de José Ignacio de Juana Chaos.

Nota: Mientras escribo estas líneas, un día después de que me enterara de la para mí triste desaparición de José Luis Coll (la parte seria de Tip y Coll), recibo un mensaje del diputado nacional Cándido Reguera que me invita a la manifestación que van a celebrar los populares lanzaroteños este viernes para protestar contra el Gobierno. Si fuera para protestar contra los actos cometidos por De Juana y contra la aplicación de un irracional Código Penal que deja libre a un asesino iría, como sé que es para hacer política no voy a estar.