La que le espera a Alonso

Creo que no soy el único español que está viviendo con verdadero interés las horas previas al desenlace del culebrón deportivo del momento, el final del campeonato del mundo de Fórmula Uno. La carrera de Brasil de este fin de semana, que todavía no sé a qué hora se corre, va a ser de infarto. A lo mejor todo se resuelve en la salida, a lo mejor Hamilton y Alonso se chocan nada más salir y Raikkonen gana... No lo creo, me da la sensación de que van a pasar cosas, y veo al asturiano en lo alto del podio, todavía no sé si como ganador del campeonato.

Sin patriotismos, sin forofismos y sin todos los ismos que quiebran la objetividad con la que hay que tratar los asuntos, está claro que a Alonso le han hecho este año todas las putadas que se le pueden hacer a un piloto. No me extraña que dijera, en una de sus múltiples rajadas contra el equipo en el que reside como enemigo, que no quería que le trataran como el bicampeón del mundo que es, sino como a “una persona normal”. Y es que el trato que le han dispensado ha sido de juzgado de guardia. El señor Ron con Coca-Cola Dennis, como bien le recordó esta semana el genial piloto francés Alain Prost (lo sabe porque le pasó algo parecido en McLaren cuando llegó al equipo Senna), debería haber tenido algo más de respeto por un bicampeón mundial, por un todavía joven asturiano que venía de jubilar al todopoderoso Michael Schumacher, de demostrar que con un coche inferior como era su Renault se podían hacer grandes gestas. Este señor, que de señor ha tenido muy poco, debería haber resuelto el conflicto entre su joven y talentoso aprendiz inglés imponiendo algo de disciplina, una línea de actuación basada en la jerarquía. Si le ha consentido lo que le ha consentido este año, ¿qué se espera para el futuro? Ahora está asustado porque ve que va a perder grandes patrocinadores como el banco de Santander. Creo que el haber jugado con Botín al golf no va a cambiar nada. El patrocinador es español, y si se va Alonso, que se va a ir, se irá con él.

La tensión que se vive en el seno del equipo McLaren tuvo para mí dos momentos decisivos: en primer lugar, lo ocurrido en la calificación del Gran Premio de Hungría, donde Alonso recibió órdenes de equipo para detenerse en boxes, obstaculizando a un Hamilton que se había saltado a la torera la orden de Dennis para que dejara pasar al asturiano en pista y éste tuviera la posibilidad por primera vez en el campeonato de dar la última vuelta; lo normal habría sido que se castigara internamente al británico, sobre todo porque fue él quien presentó una reclamación a la FIA y fue él quien provocó que se le quitara la pole al piloto español, además de ser el protagonista de unos insultos por radio a su mentor que luego se trataron de ocultar. No fue así, y el equipo cerró filas a su alrededor. En segundo lugar, la información que aportó Alonso a la FIA por el tema del espionaje de McLaren a Ferrari, fundamental para que les metieran el paquete económico que les metieron y les hicieran perder el mundial de constructores que tenían en el bolsillo. No dudo de que el asturiano cobró venganza con este asunto.

A raíz de esta historia Fernando Alonso dejó de contar para el equipo, hasta el punto de que, como ha explicado él mismo, se prohibió a los mecánicos, asistentes, camareros... y todos los que trabajan allí dirigirle la palabra. Fue curiosa la imagen de China. Fernando había recuperado la posibilidad de optar al campeonato tras la torpeza de Hamilton en su lucha con Raikkonen, subió al podio y sólo había un trabajador de McLaren celebrándolo, curiosamente mezclado con la gente de Ferrari.

Nadie puede negar que Hamilton es un buen piloto. Ahora, no hace falta ser un experto en Fórmula Uno para darse cuenta de que es el español el que ha hecho al McLaren un coche ganador, es él junto a Pedro Martínez de la Rosa quien lo ha convertido en lo que hoy es, un coche capaz de competir de tú a tú con los Ferrari, copias al margen. Hamilton se ha aprovechado de este trabajo. Me gustará ver lo que hace al año que viene, cuando tenga que desarrollar la evolución del próximo monoplaza.

Por todo esto y por muchas otras cosas me encantaría que Fernando ganara en Brasil y se proclamara campeón del mundo por tercera vez. Sólo por ver la cara de Ron con Coca-Cola Dennos, de Hamilton y de su odioso padre. Está difícil, pero no es imposible. No me lo pierdo, desde luego.

Una cosa que no termino de entender es lo de Ferrari. No entiendo por qué han cerrado nuevamente las puertas a quien todo el mundo sabe que es el mejor piloto del momento. Renovando a Felipe Massa, que es bueno pero no ha hecho gran cosa en los años que lleva pilotando la bala roja, han vuelto a realizar un ejercicio de incomprensible soberbia. Parece como si los de Maranello quisieran lanzar un mensaje al mundo: “no queremos fichar al mejor piloto porque no nos da la gana y porque somos así de chulos”. Pues muy bien, Fernando volverá a Renault y volverá a ser campeón con la marca francesa, donde estoy convencido de que le van a recibir con los brazos abiertos y las puertas de la fábrica de par en par.

Dicho todo esto, estoy de acuerdo con antialonsistas convencidos como mi compañero Alex Salebe o mi mujer (tengo el enemigo en casa) en que Alonso a veces es un poco quejica y un poco prepotente. Pero, claro, si no se hubiera quejado, la mayoría habríamos pensado que no tenía sangre en las venas. También es verdad que tras ganar de forma magistral los dos campeonatos del mundo, tras derrotar en buena lid nada más y nada menos que al mejor piloto de todos los tiempos con el permiso del malogrado Ayrton Senna, se le subió un poco la fama a la cabeza. Lo de este año en el fondo le ha venido bien, para madurar como persona y como deportista, para darse cuenta de que uno es una estrella y se consagra en lo que hace no bajando la guardia, entregándose al máximo en cada entrenamiento, en cada carrera. Espero que machaque a su compañero en Brasil, lo deseo con todas mis fuerzas. La cosa promete.

PD: Este artículo lo escribí antes de que Alonso compareciera en rueda de prensa junto a Hamilton dejándonos a todos los que le hemos defendido como bobos. Parece, según sus últimas palabras, que no ha pasado nada este año, que todo ha sido un invento de la prensa. ¿Se estará ganando la confianza del equipo porque ya no se puede ir a Ferrari o es una estrategia para que no le boicoteen este fin de semana?