Huele a sangre

No hace falta ser un sabueso del periodismo de investigación política para darse cuenta de que la salud del pacto entre el Partido de Independientes de Lanzarote (PIL) y el Partido Socialista Canario (PSC) es parecida a la que tienen aquellos que como yo no salen de un achaque para entrar en otro. ¿Quiere decir esto que van a romper mañana? Pues no, creo que no. Mañana no, desde luego, que es el Día de la Hispanidad y del Pilar -felicidades a mi madre-. Qué feo sería romper un pacto de gobierno en una fecha tan señalada.

Las discrepancias surgen, como los lectores de este diario saben, como consecuencia de la disparidad de criterios entre el concejal de Urbanismo de Arrecife, Antonio Hernández, y el alcalde, Enrique Pérez Parrilla, respecto a la nueva tramitación del Plan General. Una vez que ni independientes ni socialistas han podido cumplir con su promesa electoral de echar abajo el Plan que defendió con uñas y dientes María Isabel Déniz (así le fue), la cosa se ha ido enredando. Por lo que sé después de mi regreso de las vacaciones, el problema es el siguiente: Antonio Hernández y su equipo de asesores se han dado cuenta de que no es tan sencillo eliminar el documento y hacer uno nuevo en poco tiempo, y están estudiando todas las fórmulas para intentar armonizar su promesa de cambiar de forma radical lo publicado a través de distintas modificaciones con el mantenimiento de la parte del trabajo que se pueda rescatar, evitando que se tiren a la basura más de 800.000 euros ya gastados; Enrique Pérez Parrilla y su equipo de asesores quieren ir por la vía más radical, la de acabar con el documento, hacer un nuevo concurso y empezar de cero.

El primer obstáculo que se encuentran los socialistas es que es el PIL quien ostenta la Concejalía de Urbanismo. Si bien es cierto que el alcalde podría tomar cualquier decisión en este sentido vía decreto, no es menos cierto que saben o deberían saber que dependen de los independientes para no irse al carajo en todas las instituciones en las que gobiernan. Es más, me parece que los socialistas están siendo algo torpes tensando tanto la cuerda. Después de superar con notables apuros el lío en el que les metió Juan Fernando López Aguilar, deberían ser algo más flexibles en su postura en Arrecife y no poner frente a los leones a Antonio Hernández, que no olvidemos que es el presidente del PIL. Me consta además que el bueno de Antonio Hernández, un político al que a mi juicio únicamente perjudica (o beneficia) su bisoñez y su exceso de sinceridad, está bastante cansado de recibir todos los palos del personal.

La cosa está tensa. Huele a sangre, y hay tiburones cerca que lo han detectado. Que se lo digan si no a los representantes del Partido Popular (PP) y de Coalición Canaria (CC), que se frotan las manos pensando en el tremendo mordisco que podrían darle a los socialistas si la situación continúa por este camino. La consigna estos días, sólo hay que escuchar a populares y nacionalistas, es hablar bien de Antonio Hernández. Antonio Hernández es el bueno y Enrique Pérez es el malo. ¿Por qué? Porque sí, porque un pacto con el PIL dejaría a los socialistas compuestos y sin novia. CC, PP y PIL podrían gobernar en los siete ayuntamientos y en el Cabildo, acabando incluso con la histórica hegemonía socialista en Tías. Y es que no se dan las circunstancias para que el PSC pueda pactar con otro partido que no sea el PIL. Han dado demasiados bastonazos por la espalda y han dejado unas heridas que no cicatrizan ni con la cura del doctor House.

No tengo ni puñetera idea del alcance real del documento del Plan General que diseñó el equipo que coordinaba el urbanista Fernando Senante. Conozco lo que estoy obligado a conocer como periodista, y poco más. No sé dónde se ubican todas las zonas verdes, dónde se modifican las alturas, dónde va la dotación deportiva, la educativa, ni quiénes son los empresarios que dicen que dan un enorme pelotazo con esta historia. Sé más o menos lo que sabe casi todo el mundo que no es experto en la materia. Ahora bien, si me tengo que mojar, y me mojo, el sentido común me dice que lo más normal es mantener la base del documento que costó más de 800.000 euros del dinero que pagamos todos con nuestros impuestos y hacer cuantas modificaciones sean necesarias para que no se perjudique a los ciudadanos, para que no se tenga que derribar una sola vivienda, para que no existan grandes pelotazos ni pago de favores...

No sé cómo va a acabar todo esto, no tengo una bolita mágica. Eso sí, creo que a Lanzarote no le convienen más inestabilidades políticas. La inestabilidad es la que la ha asfixiado en los últimos lustros, la que ha impedido que se puedan realizar las inversiones que merecemos todos los que vivimos aquí y todos los que nos visitan. Ahora, si están pensando en romper el pacto, cuanto antes lo hagan mejor. Casi es peor tener a dos partidos gobernando juntos sin que uno se fíe de lo que hace el otro. Tuvimos el ejemplo en el pasado ejercicio con CC y PSC en el Cabildo, y no fue nada bien. Es algo así como lo que le pasa ahora a Fernando Alonso en Mc Laren; seguramente saldrá del equipo cuando termine la carrera de Brasil (espero que gane y se proclame campeón, sólo para ver la cara que ponen Ron con Coca-Cola Dennis y Hamilton), porque uno no puede trabajar al lado de gente de la que no se fía.