El puntazo del Rey

Siempre me he declarado abiertamente juancarlista. Jamás he disimulado mi admiración por el Rey que nos ha tocado en gracia. Ahora, después del discurso de Navidad, mucho más. Y no lo digo porque esté más o menos de acuerdo con lo que le han escrito en el departamento de prensa, lo digo por el puntazo que se marcó con Canarias.

Confieso que por diferentes razones que no vienen al caso no pude ver en directo el tradicional mensaje navideño de Su Majestad. Luego leí algunos resúmenes en prensa en los que, como es lógico, se resaltaba sobre todo la coherente petición lanzada a Partido Popular (PP) y Partido Socialista (PSOE) para que sigan siendo una piña en la lucha contra el terrorismo. Este martes, escuchando la radio, me enteré de un detalle importante que supongo que se le escaparía incluso a los que vieron en directo el mensaje. En lugar de la típica foto de familia, Don Juan Carlos tenía como fondo de pantalla la bandera roja y gualda con el escudo constitucional -faltaría más-, un tapiz de esos que se debieron tejer en el siglo XVIII en la Real Fábrica de Tapices y una curiosa fotografía. En ella, el Rey aparece saludando a unos ciudadanos. Por si a estas horas todavía no te has enterado, son ciudadanos canarios, concretamente de La Gomera.

Después del bochornoso montaje fotográfico que debió hacer Froilán con el “fotosop” -sí, ese en el que se veía a la Familia Real en paz y armonía con los cuerpos y las cabezas que parecían sacadas de una feria de los horrores-, Zarzuela recobró la cordura y decidió introducir un cambio más que interesante. Aprovechando la última visita que hicieron los Reyes a Canarias, decidieron unir el mensaje del Jefe del Estado con el pueblo al que representa, y para ello escogieron una simpática y emotiva imagen de gente de La Gomera. Un puntazo.

No sé si Don Juan Carlos ha tenido algo que ver en la elección de la fotografía. Sea o no sea así, creo que es una magnífica idea y una gran noticia. No sólo por lo que significa para Canarias como gesto, sino por lo que significa para España como pueblo. Escribí hace unos días que me parecía que la visita de los Reyes a Canarias era la excusa perfecta para rescatar la filosofía política que me ha acompañado desde que tengo uso de razón. Cualquier persona con la cabeza más o menos bien amueblada entiende que la monarquía no es más que una entelequia, una figura abstracta que se esconde bajo el eufemismo de una Jefatura del Estado que no es tal. Los republicanos combaten a muerte algo que no existe. Nadie en su sano juicio puede llegar a creer que en la España actual estamos gobernados por un rey, o que su único hijo varón, por el mero hecho de serlo, nos va a seguir gobernando. Mucho menos que el nuevo retoño, Leonor, por ser la primera hija del heredero, va a regir los destinos del país dentro de cuarenta o cincuenta años. Los Reyes no son otra cosa que nuestros embajadores en el mundo, unos señores a los que se les paga un buen sueldo por ser nuestra imagen. En términos más prácticos, más propios del mercantilista siglo XXI, podríamos decir que España es una gran multinacional que tiene contratados a unos altos ejecutivos que son de la misma familia y cuyo contrato de momento es indefinido. Como además resulta que lo están haciendo muy bien, no hay razón para que les despidamos.

Por eso, me vuelvo a reafirmar en mi juancarlismo cuando me entero de cosas como esta, cuando sé que nuevamente la Casa Real ha tenido un gesto que para muchos será pequeño pero que a mí me parece muy grande. Podrían haber repetido la foto de familia con los nuevos miembros -he perdido la cuenta de los que tiene Urdangarín-, podrían haber elegido alguno de los momentos históricos que han vivido los Reyes, podrían haber puesto a Doña Letizia con su barriga de no sé cuantos meses, pero finalmente se decantaron por una imagen sencilla del Rey saludando a unos habitantes de una pequeñita isla del Atlántico en la que la gente silbaba para comunicarse a través de los barrancos.

Los republicanos juancarlistas, que somos unos cuantos, somos personas convencidas de que la lógica nos tendría que llevar a un sistema en el que no existan personas que estén por encima de nadie por razón de cuna, por muy azul que sea su sangre. Pero también somos personas que defendemos el papel jugado por un personaje que pasará a la Historia con letras mayúsculas. Si se sigue portando así con los canarios, con más razón.