Ecología y pesca ilegal

No corren buenos tiempos para la pesca. Eso no es ninguna noticia, ¿verdad? Desgraciadamente, nos hemos acostumbrado a ver el progresivo deterioro de un sector que no hace demasiado tiempo movía la economía de esta tierra, ahora prácticamente dedicada por entero al vaivén turístico. No quiero hacer ahora un pormenorizado y aburrido análisis sobre las razones que han conducido a pescadores y armadores a esta situación, más que nada porque no ganamos nada dando vueltas a determinados asuntos. ¿Sería posible una resurrección del fallecido? Difícil pregunta.

Creo que no, que ya es tarde, que los milagros no existen, y si existen, les suelen pasar a los demás. Es como lo de la lotería. No conozco a nadie que sea el multimillonario agraciado de un sorteo de los muchos que hay. Aunque claro, tampoco creo que ningún multimillonario agraciado vaya gritando por las esquinas que le ha tocado el gordo de algo.

Con milagros o sin ellos, lo cierto es que el Gobierno socialista está haciendo notables esfuerzos para intentar conservar lo poco que queda y para conseguir que las nuevas generaciones encuentren algún aliciente en eso de salir a jugarse la vida en busca de los muchos frutos que todavía da el mar. Mucho me temo que los responsables de Pesca del Gobierno Aznar no deben estar muy satisfechos de lo que pasó en los últimos ocho años, en los que se certificó la defunción definitiva del enfermo.

Al margen de las administraciones públicas, existen organizaciones que siguen peleando por el sector, cada una a su manera. Una es la asociación ecologista Greenpeace, que si bien se encarga muchas veces de luchar contra la pesca excesiva en algunas zonas, también es una firme defensora de la pesca legal. Esta misma semana ofrecían en su página oficial un informe en el que aseguran que tres años después de la aprobación de los planes internacionales de acción para luchar contra la pesca ilegal y para reducir el excesivo número de barcos que componen la flota pesquera mundial, gobiernos de todo el mundo se reunieron en la sede de la FAO (la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) en Roma para evaluar el cumplimiento de estos planes, constatando una realidad que dice que se ha avanzado muy poco y que la mayoría de los países siguen sin cumplir con sus obligaciones internacionales en materia pesquera. “La mayoría de los caladeros de pesca del globo están sobreexplotados debido a la pesca excesiva y poco selectiva y a la actuación de las flotas piratas”, expone Greenpeace en su análisis del sector, en el que afirma además que la situación de África Occidental, donde se encuentran las zonas en las que faenaba la flota canaria, es la peor, puesto que allí la pesca pirata se ha hecho con el mercado y existen infinidad de buques que actúan totalmente al margen de normas y reglamentos pesqueros. Para más delito, resulta que la asociación ecologista ha constatado que los países africanos que están intentando luchar contra los piratas de las redes no cuentan con medios para hacerlo, y no reciben ninguna ayuda de países que en su día se opusieron a que los barcos españoles trabajaran por allí “por el bien de los ecosistemas marinos”. Es un nuevo contrasentido que le hace a uno volver a pensar que lo que ha pasado con la pesca