¡VAYA AÑO!
No tenemos duda en este diario de que 2009 ha sido un año espantoso, probablemente el peor que recordamos la mayoría de la joven redacción que compone este medio de comunicación, en pleno proceso de cambio. De lo de los cambios nos iremos ocupando poco a poco, como iremos poniendo poco a poco a algunos en su sitio. De eso también les contaremos cosas, dentro de un par de semanas, aproximadamente. Pero lo del año horrible lo decimos –al margen de la terrible crisis económica que sufrimos la mayoría- por lo de las muertes. No es normal que en una semana como la pasada fallecieran tantas personas y de forma tan trágica en una islita pequeña como es Lanzarote; demasiada casualidad que se maten dos obreros de la construcción a la par que un hombre pierde la vida en su motocicleta, mientras otras dos personas se habían ahogado días antes en distintas playas, y otra más fallecía mientras estaba mariscando… Eso no es normal. Tampoco es normal que en el mismo año se hayan muerto tantos personajes ilustres, empezando por el decano de la prensa de Lanzarote (va siendo hora ya de que alguien se acuerde de que hay otro decano, Pedro César Quintana), nuestro verdaderamente añorado Agustín Acosta Cruz. Agustín, como saben los habituales lectores de este diario, además de decano de la prensa tuvo un breve pero intenso paso por la política, llegando a ser presidente del Cabildo. Y este año también ha muerto otro ex presidente, Nicolás de Páiz, quien fuera además asesor del Diputado del Común en la Isla, cargo que llevó con absoluta dignidad hasta sus últimos días. Ahora nos ha golpeado este sábado la terrible noticia de otro político con cargo en el Cabildo, el que era hasta este sábado además patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de La Graciosa, Marcos Páez. Habrá algún desalmado que no lo sienta, o que se acuerde de las cosas malas de Marcos, que las tenía como las tenemos todos; nosotros estamos tan destrozados por la noticia que sólo nos acordamos de ese graciosero sensacional que siempre estuvo a nuestro lado. Marcos llevó con la dignidad de un lanzaroteño su enfermedad. Hace tiempo que no se sabía nada de él, aunque teníamos noticia de que estaba mejor. Sin embargo, este sábado moría, y a esta casa le embarga la pena. ¡Vaya año!