PEPITO GRILLO
Pepito Grillo es un entrañable personaje que pasará a la historia por la inmortalización que en su día hizo Walt Disney -en el pueblo almeriense de Mojácar insisten en que el dibujante norteamericano nació allí- de sus aventuras al lado del desgraciado Pinocho, el niño de madera al que le crecía la nariz cada vez que decía una mentira -pobres políticos nuestros si les pasara lo mismo, tendríamos las instituciones llenas de Ciranos-. El caso es que hemos descubierto que el animalito tiene un primo hermano en Lanzarote, al que a partir de hoy también denominaremos como Pepito Grillo. Este, algo más alto de estatura -no demasiado más-, imita al insecto y se dedica a dar consejos aquí y allá, a sentar cátedra sobre cualquier tema que salga en un debate público o en un simple coloquio de pasillo. Ahora nos cuentan las lenguas de doble filo que Pepito Grillo está bastante fastidiado, jodido para que nos entendamos todos, y no hace otra cosa que rebuscar papeles. Nos garantizan incluso que le han visto en determinada institución pública trabajando hasta altas horas de la noche, no sabemos con qué intención, porque aplicado, lo que se dice aplicado, el muchacho no es. Pepito Grillo no hace demasiado tiempo se erigió como redentor y protector de determinados intereses bastardos, y ahora está pagando las consecuencias. Al final, porque todo se sabe, la gente ha caído en la cuenta de lo que realmente buscaba con sus enredos, y a este Pepito en cuestión se le ha visto el plumero.