PACO PEPE

Pacos Pepes hay muchos en esta isla, aunque no son todos iguales. Nosotros conocemos a un Paco Pepe que se las trae, que se ha convertido por méritos propios en uno de los seres con peor prensa de los muchos que son y están en el sarao este de la vida. El Paco Pepe del que les hablamos en esta ocasión, conocido popularmente como “El Galador”, tiene una lengua viperina de tres pares de narices, con la que va largando aquí y allá todo tipo de chismes, calumnias y embustes, pensando que, como le ha pasado hasta ahora, va a salir siempre bien parado. Como sabe todo el mundo, esta actitud tiene una justificación: es fruto de su conocida autorrepresión sexual, lógicamente nacida de su falta de valor para romper con el candado del armario en el que está encerrado, lo que por otro lado, debemos decirlo, no debería ser ningún deshonor. Deshonor sí es lo que él hace, ir hablando mal de la gente, especialmente de la mano que le dio de comer durante tantos y tantos años, esa que tuvo una paciencia infinita para soportar sus muchos traumas, sus taras mentales y sus manías “lucitorias”. Parece que este amnésico de tres al cuarto se ha olvidado ya de que está donde está por las personas que en un momento determinado le ayudaron, las mismas personas a las que ahora se permite el lujo de ir poniendo verde. Hasta ahora aquí ha habido mucha paciencia con él y con el clan en el que no sabemos por qué ahora tanto se pavonea, el mismo clan del que echaba pestes cuando había que echarlas. Otra de sus virtudes, el chaqueterismo. Qué suerte tenemos en la vida de que al final todo el mundo termine en el sitio que le corresponde, y con retratos pomposos o sin ellos, el que es rastrero termina arrastrándose por el fango de sus propias miserias. Que sepa Paco Pepe que todo tiene un límite, y aunque se le ha aguantado todo lo aguantable, finalmente sabemos que hay gente que ha decidido denunciar sus muchas miserias y sus muchos delitos. Ya está bien de pisotear a los demás única y exclusivamente por almacenar dinero debajo del colchón. Y es que, este Paco Pepe de tres al cuarto, que presume siempre de rectitud y honestidad, es el mayor defraudador de Hacienda que se conoce. Al final, hasta Al Capone cayó. Mientras, mientras sigue acumulando y acumulando dinero (¿dónde lo guardará?), insiste en su insulto fácil y gratuito por la espalda; no se atreve a decir las cosas a la cara porque carece de valor. En realidad carece de todo, puesto que no es más que un redomado zoquete analfabeto que sin embargo presume de tener una enorme cultura que no ha visto ni por el forro de las muchas camisas que estrena. Que nadie se preocupe, porque pronto le sacarán del armario, completamente desnudito...