LAS DESVENTURAS DEL CHORICÍN

Al “pobre” Choricín le están creciendo últimamente los enanos, hasta el punto de que las circunstancias amenazan con dejarle en la calle y sin llavín. El refranero español no falla, porque quien siembra vientos recoge siempre tempestades. Y Choricín se ha dedicado a ir por ahí esparciendo todo tipo de vientos. Todo el mundo menos él sabe a estas alturas de la película que no se pueden estar haciendo negocios con la cosa pública y salir indemne, sobre todo cuando no se es actor y se pretende aparentar que uno es la madre de la decencia. Y más todavía, cuando además partes de la base de que negocias con algo que no es tuyo, o por lo menos no debería serlo. La decencia, estimado Choricín, se ejerce, no se presume de ella. Ahora nos cuentan que sus dos principales socios, el del piano y el de la pianola, andan bastante jodidos (queríamos decir jorobados) intentando ocultar el rastro de sus últimas y manifiestas fechorías. Menos mal para Choricín que al menos el Vinagre le hace algo de caso. ¿Le será útil o al final acabarán hundidos como antes ya hundió el Choricín a otros?