La ley y el poder

Lo que se dice, se comenta, se paliquea por doquier, pone de manifiesto que la norma impresa es una cosa y el cumplimiento obligado es otra bien distinta y hasta distante. Ahora mismo el entorno de Inalsa se sigue ensombreciendo con la aparición de comportamientos que, dicen, concluirán, en los tribunales de Justicia y hacen bien quienes así piensan y harían mejor haciéndolo realidad o séase acudiendo a la Fiscalía y hablando menos.

Si uno ha de dar crédito a los rumores que circulan ha de clamar al cielo porque, de oficio, el estado judicial, anticorrupción, haga su aparición por estos pagos de dios y también de todos los diablos con el fin de que payasos sin gracia y sin moral desaparezcan del círculo conejero. En el presente estamos “viendo” un determinado planeamiento urbanístico que apesta, que parece más la consumación de una venganza que el deseo de dotar a una determinada zona de un orden serio y consecuente con la realidad que se respira por aquellas carnestolendas. Estamos a la espera de que dos técnicos, mejor tres, nos faciliten parte o todo el estudio crítico que están realizando para hacerlo público aunque tengamos que atrincherarnos, debidamente, contra la ira del “armario”. No podemos silenciar, si el rumor es cierto, la cosa porque seriamos cómplices de un amasijo horroroso.

A todas esta el Pelícano demagogo cree que está por encima del bien y del mal dado que engañando a todos ha podido sobrevivir pero estamos seguros que en cuanto su fiel escudero despierte del letargo mentiroso que padece se va a quedar solo en pelota viva - (la imagen seria patética) - frente a la cólera de la generalidad ahora silente que mañana vomitara. Tiempo al tiempo. Tronco-col.