LA FOTO DEL G-23
¿Se acuerdan de aquella famosa reunión del llamado G-20 celebrada a finales del año pasado? Sí, esa en la que Zapatero tuvo que pedir casi de rodillas que le invitaran, esa. La que organizó George W. Bush antes de abandonar el trono del país más poderoso del mundo. Fue una cumbre en la que se reunieron las 20 principales potencias económicas del orbe para buscar alguna solución al terrible problema económico que ellos mismos han creado. ¿Cuál fue la conclusión de esta importante cumbre, para qué sirvió? Pues básicamente para que los 20 mandatarios de los 20 países se hicieran una foto de familia y poco más. Eso sí, Zapatero también consiguió su objetivo, salió en la foto.
Esta historia nos vino a la mente a los que confeccionamos esta sección crítica del periódico (¿alguien más por cierto se va a atrever a sacar la singular historia de la consejera del PSOE del Cabildo de Fuerteventura Marlene Figueroa a la que se paga el sueldo desde Lanzarote?) en el momento en el que nos enteramos de que el primer Debate sobre el Estado “calamitoso” de la Isla había concluido con la aceptación por parte del grupo de desgobierno de Doña Manuela Armas-Obama de unas pocas cuestiones planteadas por la oposición, la invitación a la misma oposición a participar en reuniones que hasta la fecha les habían sido vetadas y una formidable foto de familia. En principio nos dijeron que sólo había 21 de los 23 consejeros y "consejeras" del Cabildo en la foto, con lo que el comentario de hoy se tendría que haber titulado “la foto del G-21” y no “la foto del G-23”. Luego, porque no nos gusta hablar sin contrastar las cosas, tuvimos que contar uno por uno todos los que posaron. Nos salieron 23. Es decir, que para la foto, por primera vez en mucho tiempo, aparecieron los 23 consejeros que conforman el Pleno de la Primera Corporación Insular, la “última” si tenemos en cuenta lo que se trabaja dentro.
Igual que dijimos el pasado viernes que nos pareció brillante la actuación de los tres grupos de la oposición durante el debate, hoy tenemos que admitir, como avisamos el viernes, que nos pareció pésima su forma de rematar la faena, una terrible decepción. A nuestro poco seguido juicio, y es simplemente un juicio de unos analistas externos y no subvencionados de lo que acontece en el retorcido mundo de la política insular, metieron la pata hasta el fondo. Consiguieron que la conclusión del Debate sobre el Estado de la Isla fuera a ojos de la ciudadanía esa, la de una foto de familia entre 23 consejeros que se dijeron de todo el día anterior y que luego posaron sonrientes frente a la sede del Cabildo tras un acuerdo de mínimos. Menos mal que no avisaron con tiempo de que se iba a hacer esa foto, porque si la ciudadanía llega a saberlo, probablemente les habrían saludado a tomatazo limpio.
Llevamos mucho tiempo advirtiendo (está claro que en lo que se refiere a la oposición del Cabildo predicamos en el desierto) de que el PSOE tiene una formidable maquinaria propagandística, una gran fábrica de elaboración de humo a granel, en la que es evidente que participan otros agentes externos (en la mayoría de los casos ejercen como periodistas pero no lo son) que son los que luego se encargan de difundir el mensaje oficial. En este caso, y no les falta razón, el triunfo incontestable del PSOE. Manejan como nadie la venta de las cosas más variopintas, y esto de la foto es un buen ejemplo. Sabiendo como saben que perdieron por goleada el Debate en su parte dialéctica, el señor Espino y los suyos (que nos permita la gente del PIL que les saquemos de esta historia como les sacamos de la mayoría de las cosas importantes que pasan en el Cabildo porque están como si no estuvieran) idearon una estrategia distinta. La secuencia es la siguiente, así creemos que lo planificaron: en lugar de buscar el enfrentamiento, nos reunimos con la oposición, les decimos que sí a una parte de sus resoluciones, les decimos que ahora les vamos a dejar participar en las reuniones que celebremos para hablar de la crisis y del futuro del territorio y luego les obligamos a que posen con sonrisa PROFINDENT delante de la sede del Cabildo. “¿Tú crees que se lo tragarán?”, preguntó uno de los asesores a Espino recogiendo las dudas de parte de los presentes. “Estos se lo tragan todo, no te preocupes”, contestó con cierta condescendencia el todopoderoso secretario general de los socialistas lanzaroteños.
Eso es ni más ni menos lo que entendemos que pasó. Nada más. Y nada menos. Nos sorprende bastante que gente con la experiencia de Juan Carlos Becerra, Manuel Fajardo o Francisco Cabrera (por hablar sólo de los portavoces) cayeran en una trampa como esta, tan fácil de evitar. Imaginamos que no se dieron cuenta de que en esto de la comunicación una imagen vale más que mil palabras. Muchos ciudadanos, por desgracia, se quedan más con estos pequeños detalles que con el fondo de las cuestiones, principalmente porque están cansados de oír tantas monsergas como se les suelta con tanta asiduidad. Y del Debate quedó esa foto y poco más.
Con estas palabras no queremos que nadie nos malinterprete. No seremos nosotros los que echemos más ascuas al brasero de la política del Cabildo. No seremos los que digamos que lo interesante es buscar la confrontación por la confrontación. Sin embargo, lo que sí que decimos es que después de la tomadura de pelo que supuso el discurso y la posterior intervención de la presidenta del Cabildo, que como ellos mismos reconocieron parece que vive en otro planeta, lo normal habría sido adoptar otro tipo de postura. Lo normal, habría sido no participar en esa foto, que a día de hoy seguimos sin saber muy bien para qué sirvió exactamente. ¿Se trataba de inmortalizar el momento en el que Doña Manuela Obama convocó a regañadientes el primer debate de estas características, se trataba de que esta mandataria pasara a la posteridad con un pie de foto en el que pusiera que logró convocar a 23 personas de distintas ideologías a los pies de una misma corporación, se trataba de aceptar sin más su propuesta para caminar cogidos de la mano de cara al futuro? Si es así, no estaría mal que los representantes de la oposición informen a la población, y a sus votantes. Si ya se han reconciliado con el grupo de gobierno, qué menos que hacerlo público.