EN UN LUGAR DE NUESTRA CIUDAD
En un lugar de nuestra ciudad, medios ocultos, la “dolorida”, el “pendejo” y el “repudio” ponían -( también ella) - las barbas en remojo luego de comprobar que los tribunales de justicia no se andan con “chiquitas” a la hora de sentenciar.
Los retortijones de barriga eran frecuentes en la “dolorida” pese a que sus compañeros de comitiva trataban de restarle importancia a la “cosa”.
Cuando más pesadumbre se cernía sobre el ambiente paso por aquellos andurriales un bonito personaje que al grito pelado decía... muchachos “eso nada”... No me ven a mi “vivito y coloreando”. A mi no hay incendio que me mate, añadió para coger el portante de inmediato... Los “deprimidos” miraron con asombro, enjugaron sus lagrimitas y cambiaron de dialéctica... Era lo mejor.
Al saber algún lector amable que había resucitado Don Pepa nos comunica que el lo había celebrado con una fantástica parrillada ¿Por que eso de la parrillada? ¡Ah¡, Don Francisquito no dimite.