EL QUIJOTE DESFIGURADO

Hace tiempo les contamos una curiosa historia sobre un hidalgo buscavidas que pulula por la sociedad de Lanzarote cual chinche cojonera. Hablábamos de El Quijote, y decíamos que pronto estaría “en la penuria”. El Quijote, que recibe su nombre en esta singular sección de nuestro diario por su huesudo cuerpo y su barbado mentón, está últimamente bastante famélico. De hecho, dicen los que le conocen que no se mantiene en pie. Para sujetarse, cual muletas improvisadas, está echando mano nada más y nada menos que del Sargento Alatriste, de Lito y del Picudo Rojo, los únicos que le escuchaban últimamente, hasta que volvió a meter la pata -es especialista en “cagarla” con perdón- y dejaron de confiar en él y en sus sermones mañaneros. Lo que no sabe el Quijote es cómo se las gastan estos, cómo han huido como las ratas en el momento en el que han visto, como ya pronosticamos, que el barco se hunde definitivamente. No es la primera vez que lo hacen. Su consuelo además es que el Brasileño anda bastante bien de perras últimamente. Ya está situado. Pero lo de El Quijote es lo mejor, lo han vuelto a desfigurar, que no era difícil. Parece que ha tenido que cambiar de pesebre, no sabemos si obligado u obligado. Investigaremos.