EL PÍRGANO NO ESTÁ CALLADO

El Pírgano es un hombre inquieto, aunque si hablamos de dialéctica, de ese arte que tan bien dominaba Aristóteles, es más pesado que un collar de calabazas, que ya es decir. El Pírgano, ya lo hemos explicado en más de una ocasión, ha venido sucesivamente haciendo la pelota al jefe de turno. Le daba igual quién fuera. Lo importante era pasar la palma de la mano por el lomo y hacer alguna que otra genuflexión. Lo novedoso, lo que podemos aportar en el zurriagazo de hoy, es que el susodicho anda ahora un poco desagallado por intentar desbancar a Doña Loly de su provisional cargo. Lo malo para él es que en el duro y difícil camino que le espera se puede tropezar a algún que otro “bello”, personaje que efectivamente puede hacerle tambalear y derribar definitivamente sus absurdas pretensiones. Y es que, no lo olviden, los pírganos son frágiles hasta un punto tal que cualquier brisa, por muy liviana que sea, les hace caer. No digamos nada si se producen “brisones”.