DESPRECIABLE ATAQUE A ANDRÉS BARRETO
El curso político del mes de septiembre, el preinicio de la madre de todas las batallas electorales que va a ser la precampaña, se ha iniciado con pocas novedades. Todo pendiente de que comiencen los verdaderos movimientos políticos, esos que nos llevarán a ver de todo una vez que haya que confeccionar las listas. Qué de cosas habrá que ver y aguantar, como al diputado Miguel González encabezando una lista de búsqueda de avales para la candidatura de José Miguel Pérez, representante del saavedrismo y polo opuesto del hasta ahora líder del espinismo en Lanzarote, Juan Fernando López Aguilar. Da hasta risa comprobar cómo individuos como este son capaces de transformarse o travestirse ideológicamente con tal de garantizarse otro contrato de cuatro años que les aleje un poco de su trabajo. El del diputado nacional, enchufado en el Ayuntamiento de Arrecife allá cuando Cristo y José María Espino perdieron el mechero; ése es el bagaje profesional de quien se harta de insultar al prójimo, en especial si el prójimo no ha comulgado durante estos años con la singular forma de concebir la política que han tenido él y los que le rodean. No es el único cambio de bando o chaqueta que vamos a ver de aquí a mayo; habrá otros, y mucho más sorprendentes. Al señor González el saavedrismo le tiene más que calado, y por mucha pelota que le haga ahora a José Miguel Pérez, tiene los días contados. El PSOE es el partido donde funcionan mejor los resortes de la democracia, y los cambios, y cambios en Lanzarote, a pesar de la singular defensa que hizo Julio Cruz en esta casa de Carlos Espino, los va a haber. Es cuestión de tiempo.
Pero ese no es el tema del zurriagazo de hoy, el tema es otro. El primer zurriagazo de la nueva temporada de nuestro grupo de comunicación (este verano hemos ganado otro pleito más contra las fuerzas del mal que ya les contaremos con detalle cuando sumemos todos los éxitos cosechados) lo queremos dedicar al sujeto-a que entró en la casa de Andrés Barreto el pasado fin de semana. ¿Era un ladrón? No lo sabemos. Si lo era, es malo de solemnidad y bastante faltón. Al individuo en cuestión, como ya ha explicado Andrés en Crónicas Radio, no se le ocurrió otra cosa que escribir la palabra “gilipollas” en el cristal de su casa de Nazaret, que para los que lean esto sin conocer Lanzarote tenemos que aclarar que no es donde vivió Jesucristo, sino un bonito pueblo del municipio de Teguise.
El lumbrera, que evidentemente ha querido amedrentar a Andrés, dejó sus huellas en el cristal, insistimos que después de abrir dos cancelas y colarse de forma despreciable en su casa. Como es lógico, el concejal de Alternativa Ciudadana en el Ayuntamiento de Arrecife presentó la correspondiente denuncia ante la Guardia Civil. La pena es que la Guardia Civil debe estar muy ocupada porque todavía no han pasado por allí, y deberían hacerlo. Andrés tiene derecho a saber quién entró en su casa y la Guardia Civil tiene la obligación de averiguarlo.
Podría parecer un tema menor, pero no lo es. Es una agresión clara contra la intimidad de Andrés, y un delito en toda regla. Si encima se demuestra que puede tener connotaciones políticas, la cosa será todavía peor. Sería entonces la confirmación de que algunos no saben separar lo personal de lo político, una temeridad en los tiempos que corren. Confiemos en que la investigación se realicen, encuentren al culpable y nos explique a todos por qué hizo algo así.