59 RAZONES PARA CAMBIAR DE CANAL
Durante los últimos días se había generado mucha expectación por ver lo que sucedía en la edulcorada versión del “59 Segundos” nacional que se hace en Canarias. Una vez más esta copia volvió a defraudar al personal, en esta ocasión más si cabe. Y no nos referimos sólo al hecho innegable de que los periodistas “invitados” están copiando también a sus compañeros de la Península en lo malo, decantándose claramente a favor de las tesis del partido que parece que paga su sueldo; no, nos referimos especialmente por el mal lugar en el que dejaron a Lanzarote tanto la presidenta de nuestro sufrido Cabildo, Doña Manuela (o Mela) Armas, y el “periodista” llamado por la televisión que pagamos todos (lo de periodista lo entrecomillamos porque no estamos seguros de que este joven haya sacado el título en una facultad de Ciencias de la Información; y si no es así, que no tenemos la prueba documental de ello, es muy triste que él mismo deje que le presenten como periodista; es como si hacen un programa sobre medicina y presentan a un invitado que es tornero fresador como doctor en medicina, para que se entienda), Manu Riveiro. Lo de la presidenta ya lo esperábamos, porque la conocemos bien. Mucho bla, bla, bla, mucho discurso aprendido del desarrollo sostenible y de la insostenibilidad de lo sostenido y muchas medias verdades, que son las peores mentiras. Lo del “periodista”, al que por cierto no le dejaron participar mucho, bastante sorprendente. Dos preguntas a la presidenta que se convirtieron en el típico “lúzcase” de aquel que no quiere hacer daño al invitado. Queremos creer, pecando una vez más de ingenuos, que las preguntas no estaban pactadas, aunque Doña Manuela (o Mela) se pusiera un poco nerviosa cuando veía que pasaba el tiempo y nadie le sacaba el tema de Berriel. Menos mal que el señor Riveiro salió en su ayuda y le dijo -que no preguntó- que explicara al resto de los canarios qué es lo que pretendía hacer el malévolo consejero de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias. Cuando a uno le dan una oportunidad como esta, que se la han hurtado a gente mucho más preparada y con muchos más años de oficio, tiene que aprovecharla. Salvo que uno vaya con la lección bien aprendida y cumpla con lo pactado previamente, acepte en definitiva las reglas de este lamentable juego. Bastante más despistada de lo habitual (tuvieron que repetirle las preguntas en varias ocasiones), nuestra representante institucional se hizo un monumental lío con el tema de las “negociaciones”, las “compensaciones”, los “acuerdos” y los “derribos”. De hecho, los periodistas de Gran Canaria y Tenerife -que son a los únicos que invitan a este programa con la salvedad del señor Riveiro- empezaron a ponerse un poco nerviosos cuando Doña Manuela (o Mela) no respondía a algo tan sencillo como determinar si cree o no que se van a derribar los hoteles. Habría que aclarar a los compañeros de las otras islas que no se mojó porque no tiene ni pajolera idea de lo que va a pasar. En este medio, cuyos periodistas fueron los primeros en hacer las denuncias contra las licencias que se estaban prorrogando y concediendo a mansalva en 1998 como consecuencia, entre otras razones que también hay que achacar a las instituciones municipales, de la nefasta gestión y puesta en marcha de la moratoria, estamos convencidos de que no se va a derribar ningún hotel. Y lo pensamos como entendemos que lo piensan la mayoría de los ciudadanos, que saben que se actúa de manera enérgica cuando se levanta un muro de piedra en una finca agrícola y no se paralizan obras monstruosas como esos hoteles. Lo vivimos en primera persona cuando se derribó una vivienda de más de cien años en la Isla de Lobos y lo hemos visto este martes con lo de Cho Vito. Perdieron la oportunidad, y eso que lo nombraron, de preguntarle a la presidenta de nuestro Cabildo qué fue de aquella promesa de su ahora partido de que se iba a derribar el hotel Papagayo Arena pagando una indemnización a los propietarios por parte de la Dirección General de Costas de unos 80 millones de euros. También perdieron la oportunidad de preguntarle a la presidenta por qué se ha firmado un acuerdo con los propietarios de Yudaya saltándose la programación de futuro de la Isla y permitiendo que a partir del 1 de enero de 2011 puedan construir en Playa Blanca un hotel de cerca de mil camas, por qué además se les retiró el pleito judicial a ellos y a los demás no. Perdieron la oportunidad de decir que los ex alcaldes de Yaiza y Teguise, a instancias del PSOE, fueron investigados por la Udyco, sin que hasta la fecha se les haya imputado un solo delito. Perdieron la oportunidad de explicar cuánto se están gastando en servicios jurídicos y con qué fin, cuánto va a costar el nuevo informe que se ha encargado para aclararnos diez años después a todos cómo se encuentra cada caso, qué dicen las sentencias. Quien no perdió la oportunidad de comparar otra vez Lanzarote con Marbella fue Doña Manuela (o Mela), imaginamos que bien instruida por el señor que parece que mueve sus labios por detrás como si de un vulgar José Luis Moreno se tratara, el siempre presente Carlos Espino, al que por cierto también nombraron de refilón. ¿Cuál era el objetivo al sacar nuevamente el nombre de Marbella? ¿Quería la presidenta que todos los canarios que veían el programa relacionaran hoteles con corrupción urbanística, pretendía nuevamente deteriorar la imagen de la Isla, de la isla más insostenible del Archipiélago según su criterio? Y hablando de sentencias, nos sorprendió mucho que Doña Manuela (o Mela) dijera que la mayoría de las sentencias lo que dicen es que se restablezca la legalidad. ¿Qué quiere decir eso, se está engañando a la población de Lanzarote con una campaña perfectamente urdida por alguien interesado en que esto no se resuelva jamás y al final vamos a tener que tragar igual con todos los hoteles y apartamentos con licencias ilegalizadas por los tribunales, nos están engañando a conciencia? En definitiva, y para no extendernos más porque es muy tarde, que al menos en esta redacción tuvimos 59 o más razones para cambiar de canal. Patético.