Analísis Literario
Mario Crespi
El mar, como el fuego, ejerce una atracción irresistible sobre los seres humanos. Un sentimiento atávico, reflejo de nuestro antepasado que emergió reptando de su seno y a través de las eras se volvió hombre. Horizontes infinitos, amaneceres y puestas de sol increíbles que han inspirado a incontables pintores, fotógrafos y poetas. Fuerza inmensa que ha dado origen a la vida y al mismo tiempo puede destruir todo a su paso. Como un ser vivo se mueve, cambia. Puede ser manso quieto y transparente como el cristal; irascible oscuro y espumoso; plomizo y amenazante. Tantas formas, nombres y colores para un solo ser. Y en todas sus orillas he cumplido el mismo rito, como un adorador fiel, de internarme en sus aguas y así renacer. Toda mi existencia ha transcurrido junto al mar y es por eso que lo siento parte de mi vida. En un lugar incomparable como Punta del Este, en Uruguay, donde en el mismo punto uno puede ver al sol emerger del mar y luego hundirse en el mismo; espectáculo que pocos lugares pueden compartir. Luego en la hermosísima isla de Florianópolis en Brasil, con sus numerosas y tan diferentes playas mirando la vastedad del Atlántico y finalmente en esta privilegiada isla volcánica de Lanzarote con sus caletas de piedra y sus aguas tan transparentes. Fuente de sustento y riqueza para pescadores a través de toda la historia de la humanidad. Irresistible imán para tantos aventureros que desde que pudieron cabalgar en sus olas se han internado rumbo a lo desconocido. Nos ha dado vida, nos ha alimentado y nos ha enriquecido. Y también nos ha castigado. Cuantas veces el murmullo de sus olas nos ha acunado o el rugir de sus tormentas nos ha abrumado. Quien no ha pasado horas sentado en una roca en su orilla con la vista perdida en esa inmensidad y con la imaginación volando. Yo miro el mar para sentirme pequeño pero para otros ha sido fuente de inspiración de la cual han brotado novelas como El mundo silencioso, Cousteau; A la deriva, Vázquez-Figueroa; Capitán de navío, O'Brian
Rincon de la Poesía
Océano que te abres lo mismo que una mano
A todos los viajeros y a todos los marinos:
Tan sólo para mí eres puño cerrado,
Para mí solamente tú no tienes caminos.
Jamás balanceará tu lomo milenario
La nave que me lleve desde esta tierra mía,
Ondulada y menuda, a las tierras que sueña
Mi juventud inmóvil y mi melancolía.
¡Ah! océano Atlántico multicolor y ancho
Cual un cielo caído entre el hueco de un mar:
Te miro como un fruto que no he de morder nunca
O como un campo rico que nunca he de espigar.
¡Ah! océano Atlántico, fiel leopardo que lames
Mis dos pies que encadenan el amor y la vida:
Haz que un día se sacien sobre tu flanco elástico
Esta ansiedad constante y este afán de partida.
Juana de Ibarbouru
Herman Melville. New York 1819 - 1891. Influenciado por relatos de su tío, viejo lobo de mar, y de su padre, infatigable aventurero, Se embarca a los 18 años como grumete. Vuelve 7 años después y cominza su vida de escritor. Autor de Redbum, La guerra blanca, Omoo, Mardi.
Jules Verne. Nantes 1828 - 1905. Escapó de su casa a los 11 años para ser grumete, pero es devuelto a sus padres y jura con vergüenza no volver a viajar más que con su imaginación. Gracias. Autor de más de 80 obras como Cinco semanas en globo, De la tierra a la Luna, Viaje al centro de la tierra.
Charles Nodhoff. Londres 1887 - 1947. .James Norman Hall Iowa 1887 - 1951. Ambos se conocen como pilotos en la 1º Guerra mundial. Se mudan después a la Polinesia y comienzan a escribir juntos. Autores de La Isla de Pitcairn, Hombres contra el mar.