Zapatero, más cerca de la inmigración, menos de las soluciones

Durante los ocho años de gobierno de los que disfrutó (no está demasiado claro eso de que disfrutara) José María Aznar no acudió una sola vez a Canarias para ver de cerca el drama de la inmigración irregular. José Luis Rodríguez Zapatero, que parece tener a las Islas más en su pensamiento (no hay que olvidar que el pasado verano ya estuvo de vacaciones en Lanzarote y parece que este año va a repetir), ha preferido no enviar a más emisarios y se ha plantado aquí para conocer de cerca la realidad que le han mostrado, que no es la misma evidentemente que la que se padece, aunque se aproxime bastante.

Está claro que las circunstancias de un presidente y otro, para ser justos, son distintas. José María Aznar contó con un duro enemigo al que quiso combatir tal vez de la manera más inadecuada: Marruecos. En Canarias, por desgracia, sabemos mucho de las malas artes de Marruecos. Fue José María Aznar el que explicó en una comparecencia en el Congreso de los Diputados a las tantas de la noche que lo de participar con Estados Unidos en la guerra de Irak tuvo mucho que ver con los deseos expansionistas del reino que dirige con mano firme Mohamed VI y su estrategia de alianzas internacionales. Entre sus deseos expansionistas se incluye Ceuta, Melilla y Canarias. Para medir sus fuerzas tomaron el Islote de Perejil, con el resultado que ya vimos, aunque antes retiraron sin motivos aparentes a su embajador en Madrid. Y sabemos en Canarias de las malas artes de Marruecos porque aquí conocemos como en ningún otro lugar lo que están haciendo en el Sahara, sabemos cómo se han hecho los ciegos cuando les ha interesado con las mafias que trafican con seres humanos. No es casualidad que durante la etapa de gobierno del Partido Popular (PP), cuando prácticamente no había relaciones, llegaran las pateras como si fuera el Desembarco de Normandía. No es casualidad tampoco que durante el gobierno del Partido Socialista (PSOE) se haya reducido drásticamente esta triste estadística, desviándose el fenómeno a Mauritania y a las dos islas capitalinas, Gran Canaria y Tenerife. Fueron cómplices de las decenas de muertes que conocemos y de las otras muchas que no conocemos.

Pero en Canarias sabemos cómo se las gasta Marruecos por otras cosas, como su torticera forma de concebir las relaciones en materia pesquera, su abuso consentido en el control del banco canario-sahariano (qué curioso que tenga este nombre) y su rechazo a renovar un acuerdo que terminó hundiendo la flota de las Islas. También sabemos, y no nos han hecho ni puñetero caso en Madrid, del peligro que supone su política de hidrocarburos para nuestras aguas. Mientras aquí nos estamos dejando el alma para impedir que sigan adelante las prospecciones que Repsol inició enfrente de las costas de Lanzarote y Fuerteventura, ellos siguen y seguirán dando permisos muy cerca de la ficticia mediana que también se niegan a establecer.

Con el cambio en la llegada de inmigrantes, con la masiva arribada de cayucos a Gran Canaria y Tenerife, el tema dejó de ser menor, y pasó a ostentar el título de “problema nacional”. Por eso vino este miércoles a las Islas el presidente del Gobierno, porque se trata de un asunto de Estado. ¿Quiere decir esto que cuando llegaban las pateras a Lanzarote y Fuerteventura no lo era? Pues no, evidentemente. También era un tema de Estado, pero nadie quería reconocerlo porque no interesaba, afectaba a dos islitas pequeñas e insignificantes.

El caso es que el presidente anunció durante su visita que este mes se aprobará el Plan de Seguridad para Canarias, y garantizó el “compromiso casi personal” de que el Ejecutivo “no regateará medios, ni materiales, ni humanos, ni políticos, para hacer frente a la inmigración irregular”.

Se trata de un compromiso que hay que aplaudir y vigilar, como hay que aplaudir sin duda, al margen de cualquier connotación política que se podría analizar en otro contexto, que haya decidido venir a Canarias. A Rodríguez Zapatero no se le puede responsabilizar de no haber estado en Lanzarote y Fuerteventura cuando se produjeron las numerosas muertes que se derivaban de aquella otra inmigración, más que nada porque no era el presidente de los españoles, más que nada porque siendo líder de la oposición sí que se interesó por el tema.

Al margen de esta cuestión, anunció que en los próximos días medios de Francia, Finlandia y Portugal estarán colaborando en la vigilancia de las costas de las aguas litorales en Canarias y, especialmente, en las costas subsaharianas. Además, precisó que el próximo 21 de julio otras 4 embarcaciones de la Guardia Civil se sumarán a los dos buques españoles que se encuentran patrullando en las costas de Mauritania. Es lo mínimo que se le podía exigir, aunque suena muy bien por la falta de costumbre que existe en este territorio a que se prometan este tipo de soluciones. Habrá que confiar en la palabrada dada, y habrá que confiar en que esta vez sí se van a hacer las cosas como es debido. Estaremos al tanto.