Las mismas historias del puerto
Cuesta creer que Lanzarote sea un puntal en el tráfico de cruceros. Cuesta creer que los barcos estén llegando en estos momentos al muelle de Los Mármoles y atraquen con una dificultad digna de cualquier prueba automovilística. Cuesta creer que llevemos años reclamando las mejoras oportunas en la zona y que no se haya hecho absolutamente nada desde la Autoridad Portuaria de Las Palmas. Por eso cuesta creer que se haya apagado el eco de la reivindicación que tendría que estar un día sí y otro también en los medios de obtener una autoridad portuaria propia. A este medio y a sus redactores no se les cansarán los dedos a la hora de escribir cualquier tipo de noticia o artículo de opinión vinculado con este asunto.
Es raro, pero a nadie debería extrañar que se estén intentando desarrollar iniciativas como la que promueve la Cámara de Comercio de Lanzarote que preside Eduardo Spínola para lograr la autonomía de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, la misma que año tras año se olvida de las notables carencias que tiene nuestro puerto.
La estampa que se dibuja cada semana en el perfil de nuestro litoral refleja claramente esta cuestión. Enormes cruceros cargados de pasajeros se amontonan en un estrecho y vetusto muelle que ni de lejos reúne las condiciones adecuadas para que atraque tanta embarcación. Qué decir del resto de las instalaciones, qué decir de las deficiencias que los consignatarios del puerto con Tomás Fajardo a la cabeza están cansados de denunciar.
El puerto de Arrecife, como este medio ha sostenido en infinidad de ocasiones, es un lugar absolutamente dejado de la mano de Dios a lo largo de los años que ha sido un foco constante de conflicto, hasta el punto de que se ha planteado muy seriamente por parte de diferentes asociaciones y partidos políticos solicitar su independencia que es tan factible como fue en su día la de distintos puertos de la geografía española con muchas menos necesidades y con mucho menos tráfico que el nuestro, como el de Motril o el de Avilés.
Recientemente los representantes de la recién constituida Cámara de Comercio de Lanzarote, más concretamente su presidente, Eduardo Spínola, volvieron a insistir en su idea de pelear con uñas y dientes por conseguir la autonomía portuaria, el crear una autoridad portuaria propia, una vieja reivindicación que en tiempos pasados sonaba a quimera pero que podría producirse si se consigue el suficiente apoyo político en los lugares de decisión. Que cuenten con este medio para la batalla.
Para ello es fundamental desarrollar una política igual de inteligente que la que se empleó para conseguir la autonomía de la Cámara de Comercio de Las Palmas. De ahí que si no ya en este tramo final de la legislatura, que podría ser, se usaran los próximos cuatro años para hacerlo. No es que haya excesiva prisa, porque después de todo lo que se ha sufrido y peleado, esperar dos o tres años más tampoco va a suponer una catástrofe.
En este medio de comunicación, tanto en artículos de opinión de los profesionales que lo componen como en el artículo editorial se ha defendido siempre la autonomía del puerto, porque hay razones sobradas que la justifican. La última nos la han vuelto a dar desde las empresas que tienen que trabajar a diario allí y que tienen que soportar las notables deficiencias existentes. Este diario ya adelantó a través de las declaraciones del presidente de la Asociación de Consignatarios de Buques, Tomás Fajardo, el problema que se iban a encontrar los primeros cruceros que estrenaran la temporada. Y dicho y hecho, porque las imágenes que se han visto en estos primeros días han vuelto a poner de manifiesto estas deficiencias.
A pesar de todo, existe un pequeño hueco abierto a la esperanza después del relevo en la presidencia de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, después de la sustitución de José Manuel Arnáiz por Emilio Mayoral. De hecho, en el primer encuentro del Consejo de Administración después de las vacaciones de verano se aprobaron cuestiones fundamentales para el desarrollo portuario, cuestiones, también hay que decirlo, que en su mayoría han sido impulsadas desde el Ayuntamiento capitalino que preside María Isabel Déniz.
Como ya adelantó Crónicas, el Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria de Las Palmas aprobó la declaración de innecesariedad de los terrenos de dominio público portuario de la instalación arrecifeña. Con esta decisión queda respaldado el acuerdo plenario del Ayuntamiento de Arrecife que solicitaba iniciar el expediente a fin de declarar innecesario, para uso portuario, la zona del frente marítimo capitalino comprendida entre la cara sur del Islote del Francés y el Cabildo, a excepción del antiguo muelle comercial, su vial de acceso y los terrenos al oeste del mismo, así como una edificación (inmueble de Puertos) localizada al lado de las salas de cine Atlántida. Ahora, la Autoridad Portuaria seguirá con los trámites correspondientes ante los ministerios de Medio Ambiente y Fomento para consolidar la desafectación, un tema que desde luego se puede considerar como vital para la protección de la zona. Pero además, y esta es una de las cuestiones más sangrantes, el Consejo de Administración adjudicó las obras de refuerzo y mejoras del muelle de contenedores de Arrecife por un valor de 262.591 euros.
Acostumbrados como estábamos en Lanzarote a no recibir nada, estas pequeñas obras y estos pequeños logros nos parecen mucho. Sin embargo, parece necesario que nuestros representantes en la Autoridad Portuaria, también los dos primos Fajardo -Manuel Fajardo Feo y Manuel Fajardo Palarea-, y la alcaldesa de Arrecife, María Isabel Déniz, empujen con más fuerza para que cambien las cosas. De lo contrario nos seguiremos tropezando con los problemas de siempre.