Los cambios del Gobierno y su repercusión en las Islas
No cabe duda de que la principal noticia de la jornada del viernes, un viernes que abría el fin de semana previo a las fiestas de la Semana Santa -muchos de nuestros representantes públicos ya se han cogido toda la semana a título de inventario-, fue la dimisión de José Bono como ministro de Defensa y la obligada remodelación del Gobierno central a la que se vio obligado un José Luis Rodríguez Zapatero incapaz de disimular el tremendo disgusto que tenía por dentro.
Lo de la salida de Bono estaba cantado. No hacía falta ser un fino analista de la realidad política del país para darse cuenta de que el ex presidente de Castilla La Mancha iba a durar en un Ejecutivo donde tiene más enemigos que amigos tanto como un dulce en la puerta de una escuela. No se debe olvidar nadie que Bono compitió de igual a igual con Rodríguez Zapatero en las últimas primarias que celebró el PSOE para elegir secretario general, después del descalabro que tuvieron en las elecciones en las que Joaquín Almunia fue el sorprendente candidato del “aparato” del partido a la Presidencia del Gobierno. Muchos ingenuos llegaron a creer que Bono, que evidentemente se sentía mucho más presidente que el propio presidente, se iba a conformar con ser ministro de Defensa, por mucho que fuera la cartera que él eligió cuando le propusieron.
La designación de Bono como ministro no contaba en absoluto con el beneplácito del ala renovadora del PSOE, puesto que se veía en él al enemigo en casa. No tan exagerado como si hubieran metido a Juan Carlos Rodríguez Ibarra, pero parecido.
Por esa razón el ya ex ministro nunca se sintió querido dentro de un Consejo de Ministros donde siempre se le miró con recelo. Ahora nos han contado que existen “motivos personales” para que haya abandonado el Ejecutivo. Y es posible que los haya, aunque es bastante sospechoso que esos “motivos personales” le hayan afectado a él y no a María Teresa Fernández de la Vega o a Alfredo Pérez Rubalcaba.
La influencia en Canarias
Cualquier remodelación de un Gobierno es traumática. Si no, que se lo digan a Adán Martín cuando tuvo que deshacerse de dos consejeros -el lanzaroteño Augusto Lorenzo y el majorero José Juan Herrera- y de los representantes del Partido Popular (PP). Precisamente Adán Martín se encargó de trasladar a la redacción de los principales medios de las Islas un escrito en el que valoraba la noticia. Y es que era para valorarla, sobre todo porque alguno de los cambios puede tener influencia directa con lo que sucede en el Archipiélago.
El presidente canario celebró la incorporación de Rubalcaba porque espera que mantenga una comunicación "más fluida" que la que había con José Antonio Alonso, de quien dijo que espera que cambie su talante como ministro de Defensa. Justo al revés de lo que dijo Mariano Rajoy, quien no traga a Rubalcaba y sí a Alonso. Cosas de la política. Adán Martín considera a Rubalcaba “una persona dialogante y con gran capacidad negociadora”, lo que, sin duda, será muy beneficioso a la hora de afrontar los problemas de Estado con el terrorismo.
De igual modo, el presidente de todos los canarios comentó que a partir de ahora la presencia de Rubalcaba podría conllevar que exista una política de información y comunicación “más fluida” que la mantenida hasta ahora con su antecesor, José Antonio Alonso, tanto en materia de seguridad como de inmigración, entre otras cuestiones.
El presidente ya pudo apreciar esta actitud de Pérez Rubalcaba en la reunión que mantuvo con él el pasado jueves en Madrid, siendo aún portavoz socialista en el Congreso, para tratar sobre temas relacionados con Canarias.
A juicio del presidente canario, la gestión de José Antonio Alonso como ministro del Interior no ha sido la más beneficiosa para los asuntos de Canarias, entre ellos el proyecto de la Policía Canaria, que mantenía bloqueado.
Sobre el cambio en el Ministerio de Educación, Martín expuso que “a la nueva ministra, por su trayectoria en la comisión nacional de Educación, se le supone conocimiento del área”.
Leyendo las palabras del presidente cualquiera se da cuenta de que Coalición Canaria (CC) tiene un pacto con el PSOE. Por esa razón cualquier tipo de crítica tenía que ser moderada, ajustada al guión que establece la política. Otra cosa distinta se producirá cuando se acerquen las elecciones. El distanciamiento con los socialistas y con su Gobierno será mucho mayor.