Las miserias de la prensa

Es lamentable que una y otra vez tengamos que estar escribiendo artículos editoriales sobre el mismo asunto, sobre la forma en la que muchos medios entienden el periodismo.

En cualquier facultad de Ciencias de la Información se enseña ética periodística. En esta ética, se incluyen cuestiones tan básicas y fundamentales -y a la vez tan de cajón- como citar las fuentes de información que se consultan y citar a los medios que anticipan noticias que luego uno quiere reproducir por su interés.

Hay ocasiones en las que es muy sencillo copiar una noticia (cortar y pegar) sin que se note, sobre todo cuando son noticias de fácil acceso para la mayoría. Es en esos casos la primicia no tiene tanto valor, y va en la conciencia de cada uno el hacerlo a sabiendas de que es muy difícil que te cacen. Ahora, cuando hablamos de exclusivas, la cosa cambia. Ahí cae todo el mundo, como caen los malos estudiantes que copian con descaro el día de un examen.

Todo esto viene a cuento de la información que adelantó este diario en primicia y en exclusiva -primero en su edición digital www.cronicasdelanzarote.es y luego en su edición de papel- sobre la aparición de una granada de mortero de la Guerra Civil en una vivienda de Titerroy.

Como suele ser habitual con el trabajo que se realiza en este diario -aquí tenemos la costumbre de trabajar mucho y hasta muy tarde; todo el mundo sabe que el cierre de nuestra edición se hace cuando el día ya ha cambiado de fecha-, esa noticia fue fusilada y difundida por otros medios sin decir en ningún caso la fuente de la que procedía. ¿Qué hubiera sucedido si la noticia era falsa, qué hubiera sucedido si los que la fusilaron a primera hora sin tener tiempo a corroborar la historia con la policía hubieran difundido una noticia de ese calibre que no se correspondía con la realidad? Que habrían quedado falta, como de todos modos quedan a los ojos de la gente que sabe cómo se dan a conocer este tipo de historias.

Está claro que al margen de la falta de ética algunos tienen una notable y preocupante falta de profesionalidad.

Podríamos poner varios ejemplos de los medios que dieron a conocer la noticia un día después de que nosotros la publicáramos sin hacer mención a la fuente. Medios incluso que usaron el soporte digital con el bochorno que suponía no tener siquiera una instantánea con la que ilustrar el texto. Es lógico que no tuvieran fotos, puesto que nuestra reportera gráfica Dory Hernández fue la única que estuvo en Titerroy en el momento en el que la policía se llevaba la granada de mortero para proceder a su explosión.

Insistimos en que es una pena que esto siga sucediendo en estos días en los que hay tantos medios y tanta competencia. De lo que se trata es de trabajar más y mejor que el resto, de competir con honestidad, y de admitir una derrota cuando ésta se produce en buena lid. No siempre un medio puede estar en todas partes y enterarse de todo. Cuando no le ocurre, cuando no es el primero en enterarse de una noticia importante y tiene interés en reproducir lo que otro que sí ha escrito o dicho, lo mínimo que se tiene que hacer es citar.

Por nuestra parte, además de pedir disculpas a nuestros lectores por este repetido discurso de ética periodística, tenemos que agradecer a los medios de comunicación que nos citaron al dar a conocer la noticia -muy pocos- que se mantengan en el lado de la profesionalidad, como tenemos que agradecer a las fuentes de información que siempre confían en nosotros que nos den a conocer las muchas cosas que suceden en un lugar donde no faltan noticias que contar; a ellos, a los que siguen llamando incluso a altas horas de la noche para que estemos los primeros en el lugar de los hechos, además de darles las gracias les decimos que intentaremos no defraudarles nunca.