La comida del presidente
Destacamos en nuestra edición anterior que en este medio de comunicación no nos hemos cansado jamás de cuestionar la sistemática marginación que ha padecido la Isla a lo largo de la historia. También subrayamos que últimamente habíamos percibido importantes cambios que nos llenan de esperanza, sobre todo aquellos que tienen que ver con los Presupuestos de la Comunidad Autónoma y su reparto más equitativo o aquellos que tienen que ver con la descentralización del poder provincial. En un plano que a algunos les parecerá mucho menos importante, destacamos también la consumación de una noticia importante, que por fin un presidente del Gobierno de Canarias, en este caso Adán Martín Menis, decidiera celebrar el tradicional almuerzo de Navidad con los medios de comunicación en una isla que no era ni Gran Canaria ni Tenerife. El almuerzo se desarrolló en el magnífico restaurante Altamar del Arrecife Gran Hotel, donde se reunió alrededor de excelente mesa y mantel lo más granado de la prensa regional.
A nuestro juicio, ya era hora de que las islas no capitalinas o periféricas empezaran a contar para un Gobierno, aunque sea para una cuestión menor como esta. No nos dolió en prenda por tanto felicitar a Adán Martín y a su equipo por haber tenido las narices de cambiar la rutina de la alternancia entre las dos islas capitalinas.
Dicho todo esto, parece ser que a varios representantes de la prensa de Gran Canaria y de Tenerife, y así lo hicieron saber, no les hizo demasiada gracia la idea. La excusa no fue otra que la carestía del evento, lo mucho que el Gobierno tuvo que desembolsar para desplazar a tanto periodista de las islas capitalinas.
A nuestro modo de ver no es más que una excusa para criticar lo que no debería ser criticable, el hecho de que por una vez y esperamos que sirviendo de precedente se haya terminado con una tradición que representaba el habitual centralismo canario. Si sólo se puede criticar el gasto, habría que abrir otro debate, objeto de un análisis mucho más concienzudo y riguroso por nuestra parte.