La abstención que se avecina

A escasos cuarenta días para la celebración de las elecciones autonómicas, cabildicias y municipales de mayo de 2007, ni los partidos políticos asentados en Lanzarote ni los principales actores de los mismos que han venido desempeñando cargos públicos u orgánicos han dado hasta el día de hoy el mejor de los ejemplos en su calidad de representantes de la cada vez más hastiada ciudadanía, a la que luego todavía algunos de esos personajes osará echarle en cara, en el colmo de la desfachatez, su decisión se decisión de abstenerse de votar y dejarles a todos ellos con un palmo de narices, cacareando y sin plumas... o sin votos. Habría que recordarles a estos actores de lo público convertido a veces en mero esperpento que no conviene pedirles a los demás lo que ellos mismos no parecen estar dispuestos a dar: rigor y seriedad en la gestión pública. O sea, justo lo que ha brillado por su ausencia en el actual mandato que, afortunadamente, ya está tocando a su fin.

Sobre la inestabilidad política que se ha vivido en las principales instituciones conejeras habla bien a las claras el hecho de que, por poner sólo un (mal) ejemplo más que significativo, hayan pasado por la principal poltrona cabildicia, aunque en algunos casos fuera de forma accidental (o accidentada, si hablamos del ratito que estuvo allí guardando la silla María Dolores Luzardo, después de la sonada inmolación del PP), hasta siete personas. Se escribe pronto y fácil, pero denota en manos de qué “responsables” políticos estamos los habitantes de la isla más oriental -y a lo peor desorientada- de Canarias.

Eso por no hablar de la otra manifiesta inestabilidad en el seno de los distintos partidos políticos asentados en Lanzarote. Prácticamente ninguna de esas formaciones ha permanecido al margen y casi todas han sufrido crisis internas: PIL, Coalición Canaria, PP, PSOE y hasta la mismísima Alternativa Ciudadana, a pesar de que esta última aún “no ha tocado poder”, por decirlo de forma y manera coloquial. De hecho, esas tres últimas fuerzas (PP, PSOE y Alternativa) todavía andan enfrascadas en querellas internas, con fuertes críticas que se hacen públicas en los medios de comunicación, pues ya parece que la época de lavar los trapos sucios dentro de la propia casa pasó a la historia. Ahora la principal lavandería la constituyen los medios de comunicación, unos más prestos que otros a entrar a ese trapo.

Parece más que evidente, con todo este penoso caldo de cultivo, que no hará falta recurrir a ninguna encuesta (en los sondeos, curiosamente, nunca se les pregunta a los encuestados si piensan votar o abstenerse, cuando que es un dato que tiene una importancia trascendental, teniendo en cuenta el elevado índice abstencionista que se suele registrar en las islas, y principalmente en Lanzarote, que siempre suele quedar a la cabeza en lo tocante al antivoto) para adivinar, sin ni siquiera recurrir a grandes dosis o derroche de imaginación, la más que previsible y altísima abstención de la que hablábamos en el primer párrafo, que a buen seguro se va a registrar a finales del próximo mes de mayo, visto lo visto hasta hoy.

O cambian mucho las cosas, y no parece que lleven ese rumbo, o la abstención electoral en Lanzarote será de las que hacen historia en esos ya cuasi inminentes comicios locales para los que apenas faltan escasas semanas. Y tampoco hay que ser profeta ni adivino para aventurar o barruntar esa cantada huida masiva de las urnas. Si se ha sembrado viento, no puede extrañarle a nadie que luego sólo se recojan tempestades... o huidas masivas de las urnas.

Al mal ejemplo que nos dan los políticos en particular y los partidos en su globalidad hay que sumar la escasa, por no decir nula, disponibilidad a la hora de tomar medidas que propicien la participación electoral, como sería el caso -por poner sólo un buen ejemplo- de crear un nuevo sistema de listas abiertas, con más razón y motivo cuando hablamos de elecciones locales, en donde el voto pierde su carga ideológica -si la hubiera- y se dirige más hacia la persona que conoce y con la que se tropieza a diario el elector o votante potencial. Toda acción tiene una reacción. Y toda inacción, con la misma razón.

También en democracia se suele cosechar de lo que siembra. Y si lo que hemos ido alimentando durante estos cuatro años ha sido la inestabilidad institucional, el transfuguismo y otros malos ejemplos políticos, que no espere nadie recoger de los ciudadanos lo que a éstos no se les ha dado. Pero allá cada cual si prefiere el autoengaño al análisis objetivo de la realidad. De lo que se come se cría...