El lío del Cabildo

Muchos ciudadanos de la Isla se llevaron ayer las manos a la cabeza cuando se enteraron de la tremenda carajera que se organizó entre el Gobierno y la oposición municipal. Hasta cierto punto es normal, porque hay gente a la que le sigue sorprendiendo que los políticos se enreden en trifulcas que muchas veces no tienen nada que ver con los problemas que realmente preocupan.

En cualquier otro lugar del mundo el lío que se organizó en la Primera Corporación insular habría sido lo suficientemente grave como abrir a cinco columnas cualquier diario nacional. No es el caso, y no lo es porque aquí, por desgracia, estamos acostumbrados a éste y a otros follones mucho más graves y de mayor intensidad.

No debemos olvidar que la presente legislatura es la de la imbatible marca de presidentes de Cabildo -imbatible hasta que nuestros políticos vuelvan a darnos prueba de su maestría-, de ahí que cuando se escuchan las cosas que se escucharon ayer no haya que alarmarse tanto.

Dicho esto, en esta redacción tenemos muy claro que el Cabildo insular no es el Ayuntamiento de Marbella, ni su máxima responsable, Inés Rojas, Marisol Yagüe. Eso no quiere decir que las denuncias de la oposición tengan que ser investigadas. Faltaría más. Ni que un medio de comunicación que se precie de ser independiente no esté de acuerdo en que se fiscalice hasta la última peseta de dinero público y que se mire con lupa cada una de las decisiones que se toman.

Lo que sorprende mucho, eso sí, es que las dos grandes polémicas que motivaron el plante de los representantes del banquillo más frío tuvieran que ver con departamentos que dirigen consejeros socialistas, Carlos Espino y Miguel Ángel Leal. Una de dos, o tienen muy claro en la oposición que el enemigo a batir de cara a las elecciones locales y autonómicas que se acercan es el Partido Socialista Canario (PSC), o los socialistas no están sabiendo llevar los asuntos que tanto criticaron cuando estaban en la oposición al comienzo de la legislatura.

Como sería muy temerario por nuestra parte juzgar el asunto antes de que se conozca en profundidad la verdad, o al menos antes de que en esta redacción aparezcan pruebas a favor o en contra de las graves acusaciones que se han vertido, lo mejor es dejar que pasen los días asumiendo el compromiso de estar atentos a todo lo que sucede.

Así es la política insular, llena siempre de sobresaltos. No sabemos muy bien cuándo ni cómo terminará todo esto, pero mientras dura no tenemos otra que resignarnos y seguir informando.