25 años después
Nada menos que 25 años han pasado desde que nuestro artista más internacional, César Manrique, empezara a elaborar su diseño de remodelación del Islote de la Fermina, en Arrecife. A mediados de los setenta, Manrique comenzaba a esbozar las líneas de lo que sería un plan integral de desarrollo para Lanzarote. Cuentan que en las cartas que escribió desde Nueva York se interesaba por las gestiones de compra del Castillo de San José y comentaba que se estaba asesorando para llevar a cabo los proyectos que había ideado para Lanzarote, de los cuales, algunos como el Molino de Arrecife o las obras en el Islote del Amor no se harían nunca o no se terminarían en vida del artista. En cualquier caso, todos los que estuvieron cerca del artista testimonian la voluntad de Manrique por crear un proyecto cultural y turístico completo en Arrecife.
Hace poco más de un año el consejero de Turismo del Gobierno de Canarias, el lanzaroteño Manuel Fajardo Feo, gran admirador de la obra de César Manrique, retomaba esa misma idea y ponía en marcha lo que sería la gran ‘obra póstuma' de nuestro genial artista, no en vano César Manrique la había iniciado en su día y algunos aspectos como el nivel de acabado con el chapado de piedra estaban terminados, quedando pendientes solamente los jardines. Comenzaban entonces las obras de remodelación del antiguo proyecto de Manrique que se presentaban finalmente este martes, a falta simplemente del portón de entrada, que en estos momentos se está acabando y que ha sido diseñado por otro artista conejero Juan Gopar y de la concesión administrativa que corresponde hacerla al Ayuntamiento de Arrecife.
El Islote de La Fermina estará abierto al público aproximadamente dentro de un mes. Con una superficie total de 14.350 metros, contará con un lago-piscina de 3.600 metros cuadrados, una cafetería-restaurante, paseos, balnearios y aseos, amplias zonas de solarium y jardines. El respeto por el medio ambiente ha sido una de las máximas del proyecto, utilizándose materiales que protegen el medio natural. El también conocido Islote del Amor se configura así como una nueva alternativa de ocio para los residentes y visitantes de Lanzarote.
Y efectivamente después de 25 años los arrecifeños podremos disfrutar nuevamente del Islote de Fermina, una zona que siempre ha estado llena de recuerdos para nosotros y que ahora se vuelve a retomar como un atractivo inigualable para la capital de la Isla. Recuerdo cuando de niña nadaba por la playa de El Reducto hasta lo que llamábamos el Islote del Amor e incluso que alguna vez me topé con el propio César Manrique que iniciaba por aquel entonces su gran obra. Pasé momentos inolvidables en aquella zona tan cercana al mar, era como si te alejaras de todo, como si tu mundo se redujera a ese trocito de tierra y al ancho mar que bordeaba ese espacio y reconozco que me gustaba estar ahí y disfrutar de esa zona privilegiada de la capital de la Isla. Recuerdo que cuando no iba nadando porque la marea estaba baja, lo hacía caminando pero mis visitas eran constantes a esa zona.
Manuel Fajardo decía el otro día medio en broma medio en serio que le hubiera gustado inaugurarlo pero que no lo hacía por si le pedían la dimisión. No obstante, debemos de reconocer que si hay una obra emblemática para Arrecife y Lanzarote esa es la del Islote de Fermina. En estos días en que se inaugura de todo, no sabemos si porque los políticos creen que así obtienen más votos o porque consideran que no van a ser nuevamente elegidos, aunque sinceramente no está mal que de vez en cuando se celebren elecciones ya que se aceleran los trabajos de muchas obras casi eternas, una obra de este tipo supone un atractivo muy importante para la capital insular y, sobre todo, una consecución trascendental después de 25 años de espera.
Ahora bien, la cuestión no es inaugurar obras, sino mantenerlas. Ya sabemos que una vez se entregue la obra al Ayuntamiento, el mantenimiento correrá a cargo de la corporación capitalina pero por eso mismo ésta no debe ‘despitarse' porque una de las fórmulas de conservar todas esas obras es manteniéndolas. En este sentido en el foro de nuestra página web www.cronicasdelanzarote.es algunos de nuestros lectores comentaban que el mérito no está en hacer obras, sino en mantenerlas en condiciones para el servicio del pueblo. Como ejemplo citaban el abandono en que se encuentran el Parque Temático y el Parque Islas Canarias, advirtiendo además de que el Palacio de los Deportes, recientemente inaugurado, permanece con las puertas cerradas “y kilos y kilos de basura volando a su alrededor”.
No tiene sentido que hagamos obras para después abandonarlas. Tampoco sería bueno, como proponía la alcaldesa en este mismo medio, trasladar la zona de ocio nocturno al Islote de Fermina, porque a pesar de no contar con vecinos relativamente cerca si queremos conservar esa zona “como un espacio para el disfrute de los ciudadanos, para que vengan aquí a pasar el día en la piscina con su familia, traer el bocadillo o disfrutar de las instalaciones que habrá, como la cafetería”, tal como decía la propia María Isabel Déniz durante la presentación de esta obra, no podemos pensar en trasladar el ocio nocturno allí. La ‘movida' en ese lugar tiene que ser más tranquila, más de pasar el día en la piscina, dar un paseo, tomar un café e incluso cenar pero sin demasiadas copas detrás, como ocurre en la calle José Antonio o en la zona de La Destila, las dos zonas principales de la movida nocturna arrecifeña, donde los excesos están a la orden del día. Una especie de Lago Martianez, -que por cierto el resultado de la remodelación del Islote de Fermina se asemeja bastante a esta zona de ocio del norte de Tenerife-, donde se dé rienda suelta al ocio de las familias.
Otra cosa podría ser el Islote del Francés, que la alcaldesa pretende también recuperar, aunque en este caso hay unos propietarios que lo hacen de momento difícil.