Un conejero, ¿y?

Por Domingo García

¡Ay!, y con esto suelto un enorme respiro........son tantos y tantos los que callan igualmente. Un conejero, ¿y? ¡por mí como si se calla el mundo entero! Seres de carne y hueso, que por desgracia para ellos, se están perdiendo el premio que la naturaleza les otorgó: Lanzarote.

Desde las “bajuras “yo también puedo mirar, verlo todo muy grande, pero quiero y puedo encaramarme. No, amiga mía, no, yo hay, no soy de Pepa, ella sabe y puede ser exigente.

Un nobel no es una coletilla, es el reflejo de una vida, aunque también se equivoque, hay que demostrarlo y después decirlo en voz alta. El nobel es un premio, no una mordaza, y Pepa alzó la voz. ¿Cuántas Pepas hay en la Isla?

Yo hablé de sinvergüenzas y como mínimo, ya habrá tres que no los pusimos: Usted, yo y Pepa; creo, me lo permitirá. Pero aquí esta la paradoja, ¿mayorías silenciosas y minorías del voto?

Habla de comer jareas, pero estará Usted de acuerdo conmigo, que primero habrá que pescarlas, y aquí a la mar van pocos y siempre los mismos.

Yo hablé del dinero y claro, cuando hay dinero de por medio, nadie se pone de acuerdo ¿o sí? Sin embargo, yo, oyéndolo decir, también lo decía, esto acabará mal y entre tantos, no se le paraban los pies a ¿políticos-empresarios o empresarios-políticos? Y volvemos a las fastidiosas mayorías, minorías, ¿les ponen las mayorías o votan las minorías? O sea, como Usted dice, más jareas.

Y hablé de vertederos. ¡Cuánta clase de basura! y yo.... si que planto, aunque no sea césped, que eso es de gente fina y nuevos ricos. Aunque aquí, más que plantar, hay que plantarse y montarse cada uno su propia recicladora, veríamos que pronto se acabaría con tanta “basura”. Es verdad, siempre salen las dichosas jareas, le vamos, Usted y yo, a coger manía al pescado.

Y es cierto, que se puede uno llegar a cansar de oportunista, vendidos y descerebrados, pero es ahí donde nos quieren llevar, ese es su juego, y yo, ya no estoy para esos juegos y menos en los que hasta ahora, siempre han ganado los mismos.

¿Y Pepa?, ¡no reprocha!, ¡tendría que hacerlo!, a Usted, le arrancó una sonrisa, pero a mí me dio esperanza. ¿Y la gente? ¡Como siempre, viéndolas pasar! Es un nobel, sí, pero no es nuestro salvador, creo que ni él lo quiere, ni yo, en la parte que me toca, lo permitiría. Los salvadores, muchas veces, la mayoría, terminan empachados de jareas.

Es un sabio, entre nosotros, mas, un analfabeto, si nos impone. Y ahora, permítame que use sus palabras, que yo hice mías...... soy libre para expresarme.... y no sé, ni me da la gana, aun pareciendo presuntuoso, ser políticamente correcto; del silencio, a veces cómplice, ya se han aprovechado bastante. Amiga Ángeles, Pepa si tiene la culpa, su culpa es que yo me sienta honrado de ver que en la isla se alza la voz, aun contradiciendo a un nobel, aunque en esta ocasión, él es una voz más entre tantas, de rabia, de cabreo, de decir bien claro: ¡carajo, basta ya!