Terra Incognita
Por J. Lavín Alonso
Sostenía Goebbels, un genio del mal, pero consumado taumaturgo de la retórica tortuosa, que una mentira repetida mil veces acaba convirtiéndose en verdad. O dicho en otras palabras, su infame habilidad consistía en reiterar falacias hasta darles visos de verosimilitud. De esa manera fue tejiendo el entramado propagandístico que contribuyó a mantener en el poder al partido Nacionalsocialista – NSDAP – no los mil años soñados por su cabecilla, sino apenas doce que, no obstante, le bastaron para llevar a cabo la guerra mas devastadora de la Historia.
Pero una cosa es alambicar la mentira hasta convertirla en quintaesencia de una “verdad” artera, cuyo único propósito es que intoxique la opinión pública y otra muy distinta es negar la existencia de una realidad o recurrir a la mendacidad con la aviesa intención de diluirla hasta extremos homeopáticos. Y eso fue precisamente lo que ocurrió por estos lares: aplicar la técnica del avestruz cuando los primeros síntomas de una crisis galopante se hicieron manifiestos negarlo todo hasta que la evidencia se hizo inocultable.. Y aun así…
En esas estamos y estaremos mientras permanezcamos, o nos “permanezcan” en esa difusa y evanescente “terra incognita” que es la política social y económica en curso, cuya principal contraargumentación es la de que todo aquel que ose cuestionar ideas o métodos, pasa a ser automáticamente un agente de la derechota política y mediática. Sectarismo se le llama eso, creo.