¿Se acabó la gallina de los huevos de oro?

Todos los ciudadanos de Lanzarote sabemos que la principal fuente de ingresos que tenemos es el turismo. Llevamos muchos años trabajando para poder tener la mejor oferta turística posible, aunque no siempre lo hemos conseguido. Se han buscado diferentes tipos de actividades para llamar la atención del visitante, se han creado campos de golf, centros de submarinismo, escuelas de surf y un sinfín de actividades de ocio. Es bueno tener muchas actividades como oferta complementaria, para huir ya se sabe del concepto “sol y playa”, a mi juicio erróneamente marginado por aquellos que siempre quieren innovar sin tener en cuenta lo que realmente sirve. Con todo, hay que dejar claro que la seña de identidad de Lanzarote no es otra que la herencia que nos dejó nuestro mejor publicista en el exterior. Les hablo de los Centros Turísticos y de César Manrique, por su puesto, la verdadera identidad de Lanzarote, aunque en pocos años algunos se los hayan cargado. Un día como este viernes, en el que ha fallecido la otra gran imagen que difundíamos por el mundo, José Saramago (descanse en paz), tenemos que acordarnos de toda la gente que ha contribuido para difundir en el exterior la verdadera esencia de un destino turístico que otros han querido cargarse.

Son muchos los turistas que van a los Centros cada año. En plena crisis, según los datos que se han hecho públicos, apenas se ha notado el descenso en la venta de entradas. Siendo así, ¿dónde está el problema de esta empresa pública? Difícil pregunta con sencilla respuesta. Sólo tenemos que ver un poco las cuentas de los últimos años y la gestión que se ha hecho; debemos conocer por ejemplo que se proyectó una plantilla máxima de 250 personas que terminó siendo de 350, por el habitual arte del enchufe que hemos sufrido en este castigado territorio. A pesar de los pesares, hubo incluso un tiempo en el que la empresa se sostenía, sostenía a esa numerosa plantilla y encima daba algún que otro beneficio.

El tema de la plantilla es complejo. Cualquiera que no esté dentro de este nuevo sistema funcionarial entiende que son más que generosos los logros que han obtenido comparándoles con el común de los mortales. Y eso sin hablar de los desmadres de los últimos tiempos, con directivos que se llevaron grandes gratificaciones por hacer algo tan importante que casi nadie recuerda. Pero ahí no queda la cosa, han sido años de despilfarro permanente: millones que se gastaron en hacer reformas (como la de la cocina de Jameos, la cocina del casi millón de dólares) de las que no se le ha visto beneficio alguno; grandes comilonas a las que estaban acostumbrados ciertos políticos, que no tenían nunca a bien pasar por caja antes de salir; la contratación de proveedores a los que no se les tenían en cuenta el precio de sus productos sino más bien el apellido; contratación de carísimos asesores cuyo trabajo jamás se vio o conoció, sin hablar del despilfarro que ha habido en publicidad jamás contrastada en medios de comunicación por todos conocidos… Por todo esto y por mucho más se va entendiendo el porqué de la actual situación de los Centros, que hace unos años eran considerados como la gallina de los huevos de oro del Cabildo de Lanzarote. Eran los tiempos en los que incluso se pensaba en la posibilidad de destinar parte de los beneficios a ayudar a la sociedad que los cobija. ¡Qué tiempos aquellos! Ahora entiendo que se diga aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Tengo claro que la gestión de los Centros sería un chollo para cualquier empresa privada que los llevara, pero sé que decir privatización no hace mucha gracia a los habitantes de la Isla y a mí tampoco. Por lo que abogo es por una salida digna y beneficiosa para todos, una en la que se aplique la sensatez que ha faltado hasta el momento. Los Centros son de todos, y todos tenemos que beneficiarnos de su existencia.

Ahora, después de la desastrosa gestión anterior, la solución está en manos de los que heredaron un tremendo marrón, que tampoco se pueden esconder. La actual responsable, Astrid Pérez, por lo menos ha mostrado en poco tiempo su intención de solventar el problema y conseguir que los Centros no se hundan de forma definitiva. Hay que tratar bien a la gallina para que siga haciendo un buen caldo.