¿Por qué lo llaman crisis financiera si es una crisis de valores?
Aunque la clase política no se cansa de repetir que el caso de España no es el de Grecia, un informe
reciente de Unicef pone de manifiesto que en nuestro país viven casi 2,2 millones de niños en
pobreza relativa y el 17,1% por debajo del umbral de la pobreza (15.820 euros anuales para una
familia de dos adultos y dos niños), una tasa que sitúa a nuestro país como el cuarto de la UE con la
proporción más alta de niños pobres. En tan solo dos años, hay casi 205.000 niños más que viven en
hogares con unos ingresos por debajo del umbral de la pobreza.
El empeoramiento de sus condiciones de vida, de la calidad de su alimentación y de su educación y
la dificultad para costear tratamientos médicos no incluidos en el sistema público son algunas de las
consecuencias de la crisis económica que ha provocado que el número de hogares con todos sus
miembros adultos en paro crezca un 120% entre 2007 y 2010, según Unicef.
El descenso de los ingresos familiares y el aumento del paro están provocando un incremento de los
conflictos familiares que hacen de los niños las primeras víctimas de trastornos psicológicos y
emocionales. El aumento de los desahucios están abocando a los menores a vivir en situación de
indigencia, lo que es lo mismo que hablar de falta de higiene y alimentación inadecuada. La retirada
de ayudas a libros está conduciendo a muchas familias a desatender las necesidades básicas en la
educación de sus hijos y colocarla en un segundo plano. Éstas son, entre otras muchas, las causas
que están provocando que el perfil de los menores en situación de riesgo que detectan los servicios
sociales esté cambiando.
Por primera vez en la historia, los niños se han convertido en el colectivo más afectado por la crisis
económica en España y, sin embargo, este debate permanece prácticamente invisible en el discurso
del poder y en los medios de comunicación.
En Lanzarote en un momento como éste, las instituciones responsables del cuidado de las personas
más vulnerables, los niños, han decidido prescindir de un Centro de Menores Nacional, porque es
considerado un gasto innecesario. Se parte de una premisa falsa: “ gestionar bien es igual a ahorrar”.
No se ha tenido en cuenta que la buena gestión implica que existan los recursos sociales necesarios
para afrontar distintas situaciones, como ingreso de menores en centros, pues no se puede prever el
incremento de casos de niños en riesgo que necesitan de Recursos Residenciales y mucho menos
ahora que España se ve envuelta en una crisis económica y social de gran magnitud. Consecuencia
de esta crisis será la incapacidad de muchos padres para hacer frente al mantenimiento de
necesidades básicas de sus hijos, tal como está ocurriendo en Grecia: los padres acuden a los
Servicios Sociales a dejar allí a sus hijos pues no les pueden garantizar una alimentación y
educación adecuadas.
A lo expuesto anteriormente, hay que sumar que el resto de Centros de menores nacionales
existentes en la isla quedará saturado en número de ingresos (pues a algún lado deben acudir los
menores del centro suprimido). Y si esto sucede, ¿dónde se dará apoyo a los niños que los Servicios
Sociales o fiscalía ordene ingresar, forzosamente, en un Centro de Menores? ¿Cuál será su nueva
residencia? Cuestiones sin resolver, inaceptables y de carácter urgente. Esto debe preocupar a la
sociedad cambiante de la isla porque es asunto de todos. Está visto que, ahora mismo, en política
social no priman las personas, prima el dinero.
Este cierre, junto a otros recortes en el área social, es una muestra de los escasos valores que tienen
los políticos, puesto que siguen manteniendo sus muchos privilegios a costa de los esfuerzos de los
ciudadanos. Es hora de recordarles que no son diferentes al resto de la población. La solución no
puede depender exclusivamente de este tipo de decisiones que repercuten directa e indirectamente
en la calidad de vida de nuestra infancia.
El informe La Infancia en España (2012-2013) considera que la reducción de inversión en infancia
compromete el desarrollo económico y social, trasladando así el impacto de la crisis a los próximos
años. Dicho informe refleja que cada país adoptará las medidas que crea oportunas para salir de la situación actual, pero considera que proteger la infancia es una apuesta inteligente para impulsar el
crecimiento y el desarrollo de carácter sostenible.
No podemos permitir que siga primando los intereses económicos sobre los humanos; no puede ser
más importante para nuestro futuro el rescate de los bancos que el rescate de la gente. Y estar más
pendiente de la prima de riesgo que de las millones de primas y primos que se están quedando sin
empleo, sin prestaciones, sin casas... Hemos de recuperar aquellos valores que ponen al ser humano
en la cúspide de la pirámide de prioridades, debemos instaurar un nuevo modelo social en el que la
solidaridad, la cooperación y la sencillez sean algunos de los valores que se promueven.
Se habla de rescatar capitales, en vez de rescatar la alegría de seres inocentes y de asegurarles su
futuro. Los niños quedan fuera de los compromisos económicos y políticos. Es una realidad
lamentable el corroborar cómo todos los políticos se comportan de la misma manera, cubriendo las
noticias importantes con otras de tipo anestésico. Después de todo lo dicho, que no nos engañen;
NO SE TRATA DE UNA CRISIS FINANCIERA SINO DE UNA CRISIS SOCIAL, UNA
CRISIS DE VALORES.
Fdo. Trabajadores/as y Representantes sindicales de los Centros de Menores en Lanzarote.
Centro Hogar Marillac-Maneje; Centro Menores Arrecife; Centro Menores Tinajo
y Centro Acogida César Manrique-Arrecife.
Dña. Esther Escribano Ríos Dña. Seraida Curbelo Cabrera
D. Carlos Quintela Matos D. Alejandro González Rodríguez