Pedro I de Titerroy, el Torpe

Vayan por delante dos consideraciones, no estuve allí y solo analizo cuestiones formales políticas, nunca personales.

El circo en el que se ha convertido la política conejera deja pequeño el famoso ESPERPENTO de Valle-Inclan.

Para los que no saben de lo que hablo, el esperpento tiene dos acepciones, “Género literario que se caracteriza por la presentación de una realidad deformada y grotesca y la degradación de los valores consagrados a una situación ridícula”, y “Persona o cosa que destaca por su fealdad, desaliño o apariencia ridícula o grotesca”.

Aunque podría referirme a las dos, voy a obviar la segunda para centrarme en la primera, que es la que ejemplarifica de una manera más clara lo que vivimos los lanzaroteños el pasado viernes en el Pleno del Cabildo celebrado en el coso graciosero.

Para una vez que a los políticos se les ocurre la feliz idea de celebrar un Pleno en la Octava Isla, el resultado es el mayor ridículo que, empleados tan cualificados como nuestros consejeros, han podido escenificar para mayor gloria de los personajes creados por Valle-Inclan.

No es mi intención comentar palabras que no he escuchado, no soy tan osado, pero sí creo que debo entrar en analizar comportamientos que si he visto, más que nada debido a quien los ha protagonizado es un empleado mío y vuestro, de alto rango y mayor sueldo.

En política, cuando eres la máxima autoridad de una institución, el comportamiento debe ser ejemplar se den las circunstancias que se den. El cargo debe estar por encima de la persona y si esta consideración no entra en los esquemas mentales de quien ejerce dicho puesto, cierra la persiana y dedícate a otra cosa.

Hay que ser muy torpe, pero muy torpe para caer en la provocación buscada y malintencionada de quien, sabiendo el carácter del sujeto, pone en escena unas artes simuladamente oratorias con el único fin de poner de manifiesto el carácter del provocado.

El profesor de artes no contempladas académicamente sabía perfectamente que con su actitud iba a conseguir sacar de quicio al todopoderoso e incontrolable Presidente de la máxima Institución Insular, algo para lo que, por otra parte, no hay que ser muy espabilado conociendo a Pedro.

Tengo claro que, el día en que Dios repartió las neuronas que les correspondían a los políticos, tanto Pedro como Daniel estaban preparando los Carnavales. Su ausencia en la entrega de estos atributos, mas allá de ser una falta de respeto al resto de los mortales que si asistieron a la misma, que tampoco fueron tantos por otra parte, constituye un claro ejemplo de que, para ser político no hace falta mucho, es más, con poco les sobra.

No sé si Daniel le mando besitos, cartas de amor, wasap con emoticonos cariñosos o cualquier otra manifestación de aprecio, fruto exclusivamente de la carta de despido remitida desde la primera institución insular. No lo sé y en el fondo me da igual. Si lo hizo o no es un problema que tiene este personaje fruto de esa ausencia a la que hacía referencia anteriormente.

Pero que Pedro se levantara en medio de la sesión y provocara lo que provoco es la demostración más palpable de que, políticamente hablando, al Presidente le faltan más neuronas que a la Esteban.

Es de una torpeza inexplicable caer en la provocación cuando sabes que te van a provocar para que caigas.

En ningún caso es mi intención la de justificar algo que no tiene justificación alguna.

En la provocación solo caen los tontos, mas sabiendo que la hacen para eso precisamente. Lo del administrativo de Podemos no tiene nombre, algo que tampoco me resulta extraño sabiendo el tipo de persona que es aquel que le contrato como asesor del grupo. Una persona decente, políticamente hablando siempre, jamás trabajaría con el mayor indecente, políticamente hablando, que ha pasado por el Circus du Soleil conejero. Pero esto queda en su debe ante la opinión pública.

Pero que Pedro, desde su atalaya cabildicia se baje al barro para responder a la provocación me parece una falta de Clase absolutamente injustificable. También es cierto, en descargo del Presidente, que lo de la Clase no todo el mundo la entiende por igual y esa cualidad, tanto política como humana no se compra ni se adquiere por obra y gracia de una elecciones, o se tiene o no se tiene y tanto uno como otro han demostrado desconocer tanto su significado como su existencia.

Siendo graves las dos actuaciones, que lo son por lo menos para la concepción que tengo del ejercicio de la política, la del profesor de actividades no regladas no deja de ser la manifestación de alguien sin el mínimo atisbo de educación, pero la del empleado de máximo rango es la consecuencia de un endiosamiento injustificado de alguien que se considera por encima del bien y del mal, alguien para el que todos los ciudadanos de a pie están infinitamente por debajo de sus consideraciones o ambiciones políticas.

Pedro, ser Presidente de un Cabildo es algo más que tener el despacho mas amplio, la nomina más golosa y los privilegios más grandes. Ser Presidente de todos los Lanzaroteños es la máxima responsabilidad que un político puede alcanzar y no se puede tirar al barro por un exceso de testosterona mal entendida.

Aunque de toda esta truculenta historia, más digna del guion de una película de Santiago Segura que de la gestión pública, los ciudadanos no vamos a sacar más que unos titulares de prensa que duraran lo que duren, porque el día de las elecciones que se celebraran en mayo próximo, el profesor puede volver a ser cargo público y el empleado de máximo rango puede volver a ser Presidente. Da igual como sea su comportamiento que siempre habrá alguien al que le parezca bien. Podemos seguirá apoyando a Daniel y CC seguirá apostando por Pedro como cabeza de cartel.

En fin, una pena que los más cualificados de los ciudadanos se queden en su casa, en su trabajo y en sus actividades cotidianas mientras desneuronados políticos campen por sus respetos por el limitado territorio insular, desprestigiando una y otra vez a la ya de por sí, maltrecha Clase política conejera.

Que Dios reparta suerte, porque lo que es las elecciones nos van a repartir más de lo mismo.