Pamparacuatro

Por Domingo García

¡No hay pan para tanto preso! La verdad, es que lo único que me sorprende de todo lo que está pasando estos días en Lanzarote es el apellido del juez que está llevando la operación: Pamparacuatro.

La verdad, es que si este juez piensa que con sólo cuatro pedazos de pan va a solventar el hambre que hay en esta isla, por parte de los ciudadanos, un hambre de justicia, de que por una vez los que se lo han venido comiendo todo, sufran en sus propias carnes un atragantamiento, que por glotones han querido enriquecerse a costa de merendarse a la isla, sin importarles un pimiento, con el cuento de que han sido los ciudadanos los que los han puesto donde están, va a tener que agrandar la panadería.

Durante ya mucho tiempo, todos hemos visto cómo estos muertos de hambre de la política y lo político se hincharon a costa de merendarse, ellos y sus amigotes, todo lo que sonara a dinero publico, dinero de todos, dinero de nadie, pero eso no les da derecho a quererse quedar con la isla y los isleños.

El plato se les quedó pequeño, nunca se saciaban, el hambre era tanta, que se peleaban entre ellos por ver quien más comía, incluso, llegándose a quitar la comida de la boca unos a otros. ¡El hambre es muy fea! Muchos banquetes ha habido durante ya mucho tiempo, con pocos invitados, siempre los mismos y muy selectos, que han sabido introducirse entre las diferentes cocinas de ayuntamientos y cabildo para poder manejar la despensa como si fuera su propia cocina. Ellos son los cocineros, pero también los comensales.

No nos dejan ni las raspas, pura calderilla que se cae bajo la mesa, para que cuatro culichiches les rían las gracias como si fueran sus bufones, invitados a la orgía que cada cual se monta para mejor esquilmar las arcas públicas, como si fueran a ordeñar vacas y después de vuelta al corral, para que los pobres contribuyentes volvieran a engordar.

Pan que está saliendo muy caro y no precisamente por el precio de la harina, que para pagar ya estamos nosotros.

Pan que cada día que pasa, se va endureciendo igual que la cara de alguno, que ya ni se molesta en esconderse, ahora van a las cafeterías, total con cien mil euros nos dará para café.¡Coño, no sabía yo que el café fuera tan caro!

No sé de licores, pero el vino de Lanzarote tiene buena fama, para mejor pasar la comida, una buena bodega, una buena sobremesa, donde se hacen amigos, contamos nuestros deseos y como matrimonios en luna de miel “lo tuyo es mío y lo mío, mío también”.

Ya se sabe, que entre copa y copa, los negocios son más amenos y siempre al calor del alcohol se puede ser más generoso y este es el momento de la propina, por los servicios prestados.

Ahora, esperemos a los postres, las mejores viandas, esperemos que no nos la den con queso y que por una vez el pastel se ponga sobre la mesa y que todos podamos ver de que esta echo este famoso manjar, donde unos pocos sean permitido picar y que todos hemos pagado.