Malversación de fondos sin penalización

Que la clase política está demostrando que son los que menos clase tienen del conjunto de los ciudadanos españoles no es nuevo.

Que la clase política nos demuestra, día sí y día también, que los problemas cotidianos de los ciudadanos les preocupan más bien poco, tampoco es nuevo.

Podría seguir realizando afirmaciones sobre las que no hay político en activo que me las pueda rebatir con los argumentos necesarios para hacerme cambiar de opinión, pero no lo voy a hacer porque, a pesar de lo que daría de sí un artículo con esa temática, el objeto del presente es otro no menos sangrante.

Cuando hablamos de cultura, de educación, de formación de los jóvenes y de lo que queremos que sean en el futuro, es hora de ponerse muy serios.

Lamentablemente lo que sucede en este país cuando se habla de cultura, la que se debe fomentar desde las diferentes instituciones locales, ayuntamientos y cabildos, es que nos damos cuenta de que la incultura nacional se fomenta sistemáticamente desde esas instituciones, que, curiosamente, tienen la obligación de hacer exactamente lo contrario.

Siempre he dicho que a los políticos les interesa mantener al pueblo inculto, ya que pueblo ignorante pueblo manejable.

Y como no hay mejor demostración de lo que digo que un ejemplo practico, vamos a analizar lo que ha sucedido en el Municipio de Yaiza y en su celebración de la Semana de la Juventud.

Cuando se maneja dinero publico hay que ser extremadamente cauto a la hora de invertirlo en temas que afecten a los ciudadanos, tanto en las inversiones en activos materiales, construcción de infraestructuras publicas, como en activos mentales, celebración y promoción de actos culturales.

Lo que resulta una indecencia es celebrar una Semana de la Juventud y traer como estrella invitada a una celebritie a la que, nadie con dos neuronas, quisiera tener a su lado.

Cuando un empresario privado contrata para su establecimiento a uno de esos peculiares personajes que pueblan el variopinto panorama televisivo nacional, lo hace con su dinero. Nadie puede criticar una gestión como esa porque se circunscribe al ámbito privado y ante esa circunstancia cada uno es muy libre de gastarse el dinero donde lo considere oportuno de acuerdo a sus intereses privados. Simplemente si no me gusta no pago por verla.

Pero cuando es un ayuntamiento el que paga para que un personaje como ese nos “deleite” con su exceso de vulgaridad, ordinariez y mala educación, lo hace con dinero público y hasta ahí podíamos llegar.

Si celebramos la Semana de la Juventud es para realizar actos en los que los jóvenes sean los protagonistas. No es un premio que les damos sino que son actos encaminados a fomentar, entre otras cosas, la educación, la cultura y los valores de una juventud demasiado atiborrada de vulgaridad e indecencia emanada de los diferentes programas de una televisión, tanto publica como privada, a los que la formación de nuestros jóvenes les importa muy poco, en el caso de la televisión publica, y nada en lo que a las cadenas privadas se refiere.

Un ayuntamiento, el de Yaiza en este caso, no puede bajo ningún concepto, contratar como artista invitado a unas jornadas destinadas a los jóvenes, a un personaje cuyo único merito conocido es haber puesto de manifiesto, en publico, muy poca formación intelectual, por no decir ninguna, muy poca cultura y absolutamente nada de educación.

Los méritos de Ylenia Padilla para ser un personaje público son de todos conocidos y ninguno de esos méritos son un ejemplo para lo que la mayoría de los padres queremos para nuestros hijos. Cuando un joven ve como para ganar dinero, en muchos casos mucho dinero, no es necesario estudiar, no es necesario tener una formación intelectual ni académica, sino que con ir un rato al gimnasio y llenarse de hormonas hasta las orejas para después acudir a un casting donde las cámaras que se utilizan para grabar tienen más neuronas que los sujetos grabados, la sociedad tiene un serio problema. Cuando para ganar mucho dinero solo es necesario demostrar una absoluta falta de educación, de principios y de valores, la sociedad tiene un serio problema.

Lamentablemente eso está sucediendo en la actualidad con la proliferación de programas televisivos donde se prima el exceso de silicona en cuerpo y mente y se penaliza el exceso de neuronas. Nunca el dicho “mucho músculo y poco cerebro” ha tenido tanto sentido como el que reflejan esos programas.

Pero eso es dinero privado. Es negocio privado y cada uno hace con su pasta lo que considere adecuado.

Pero con dinero público no. Que el Ayuntamiento de Yaiza se gaste un solo euro en pagar a Ylenia Padilla para que amenice un acto de nuestra juventud se podría considerar un delito de malversación de fondos públicos. No en el sentido en el que se le da habitualmente a esta figura delictiva, sino en el que los ciudadanos consideraríamos que es tirar a la basura parte de nuestros impuestos para contribuir al enriquecimiento de alguien cuyo único merito es ser mas ordinaria que nadie, mas vulgar que ninguna y tener menos neuronas que cualquiera de las figuras que pueblan nuestras rotondas insulares.

Lo que yo quiero para mis hijos no es ni Ylenia Padilla ni ninguno de los personajes que la rodean. El ejemplo en el que quiero que mis hijos se fijen es el de miles de jóvenes que con su esfuerzo se están haciendo un hueco en la sociedad, poniendo de manifiesto que nuestra juventud esta preparada para mejorar las condiciones de vida a base de esfuerzo y preparación y no de buscar la vida fácil a través de actividades cuyo único merito consiste en no tener perjuicios, ni educación, ni decencia, ni moralidad y con un estomago a prueba de bombas para tragar lo que estos sujetos se tragan con demasiada frecuencia.

Y yo no soy un mojigato anquilosado o un dinosaurio sin evolucionar. Soy un padre al que le preocupa y mucho, que nuestro dinero vaya a fomentar actividades en las que el único beneficiario es un tipo especifico de personajes sin ningún tipo de calidad ni formación.

Y la culpa, aun teniendo su parte importante, no es solo de un concejal de fiestas al que, por lo visto en esta ocasión, el cargo le queda un pelin grande, sino de la Alcaldesa que consiente, permite y ampara esta contratación. Perece mentira que una abogada, alcaldesa y parlamentaria autonómica sea capaz de consentir que parte de nuestros impuestos vayan a parar a los bolsillos de estos personajes para deleite de cuatro ignorantes.

Al final y vista la polémica que esta actuación ha levantado, seguro que desde el Ayuntamiento se hacen un “sanginés” para rematar la faena torera.

Me daría para un tratado completo pero creo que la idea de lo que quería poner de manifiesto ya la he desarrollado lo suficiente. Lo demás queda por cuenta de los lectores si es que tengo un ápice de razón en mis apreciaciones.