Lo que está en juego

Por Yolanda Perdomo

El 12 y 13 de diciembre de 2003, el Consejo Europeo adopta un documento redactado a instancias de Javier Solana en el que se condensa la estrategia europea de seguridad. El texto se titula “Una Europa segura en un mundo mejor”, y en él se exponen los retos mundiales, las principales amenazas, los objetivos estratégicos y las implicaciones políticas para Europa. Entre las principales amenazas, el documento señala el terrorismo, la proliferación de armas de destrucción masiva, los conflictos regionales, la descomposición del Estado y la delincuencia organizada -tráfico de drogas, de armas, y trata de seres humanos-. Asimismo, señala la pugna por los recursos naturales como el origen de posibles conflictos, dada la dependencia energética de Europa

Los objetivos estratégicos propuestos por Solana, Alto Representante de la UE para la Política Exterior y de Seguridad Común, se centran en contrarrestar los riesgos actuales mediante la creación de seguridad en los países limítrofes y el fomento de un orden internacional basado en un multilateralismo eficaz. Pero, muy especialmente, indica que se debe hacer frente a las amenazas, y cita como ejemplo la contribución a la rehabilitación de Estados en descomposición por parte de la UE en la zona de los Balcanes, Afganistán y la República Democrática del Congo. El texto es especialmente explícito en su página 7, que reza: “Nuestro concepto tradicional de autodefensa, hasta el final de la guerra fría, se basaba en el peligro de invasión. Con las nuevas amenazas, la primera línea de defensa estará a menudo en el extranjero. Las nuevas amenazas son dinámicas”. Al hacer mención a las implicaciones estratégicas para Europa, el documento señala que “hacen falta políticas activas para combatir las nuevas y dinámicas amenazas” y que “tenemos que desarrollar una estrategia que favorezca la intervención temprana, rápida y, en caso necesario, contundente”.

A día de hoy, la situación no ha cambiado. Se ha enrarecido más, si cabe. Y lo que nos jugamos es la concepción de Europa tal como la conocemos. Nos jugamos las conquistas sociales obtenidas a lo largo del siglo XX, nuestro rol de referente como cuna de la cultura y de la tradición democrática, y nuestra supremacía en un mundo cada vez más complejo. Nos jugamos la libertad.

Los europeos de a pie no parecemos ser conscientes de lo que somos, y de que nuestra identidad y nuestra idiosincrasia son un modelo a defender en el mundo. Podemos continuar concentrando nuestra atención en la superficie de las cosas, y perdiendo el tiempo en discusiones fútiles entre nosotros. Pero eso no transformará los peligros que nos acechan. Y en todo esto, el doble lenguaje ayuda bien poco. En ocasiones hacen falta las presiones políticas y económicas, en otras, las actuaciones policiales, judiciales y militares, en algunos casos, los medios humanitarios y la gestión civil. Esas son nuestras armas; lo único que nos falta entender es que no nos queda otro remedio que usarlas. Palabra de Solana, un político socialista con visión de Estado. Resulta curioso constatar que, en estos temas, los socialistas con cabeza mantengan un criterio similar al de los populares.