Leyes con fecha de caducidad
La falta de inteligencia y de sentido común en un ciudadano de a pie, a menudo se
convierte en un problema que solo le afecta al que padece esa carencia y, como
mucho, a su entorno mas próximo.
Pero cuando esa carencia la tienen los políticos que nos gobiernan, el problema de
su influencia se extiende a todos los ciudadanos que están bajo su ámbito de
actuación publica.
Cuando los políticos actúan bajo los efectos de una más que evidente ausencia de
toda racionalidad, no se están dando cuenta del inmenso daño que les están
haciendo, no solo a los que han votado otras opciones políticas e ideológicas, sino
que, y esto es lo más grave de todo, también les están haciendo daño a sus propios
votantes.
Dentro del espectro social de los votantes de una determinada formación política,
nos encontramos todo tipo de sensibilidades y pensamientos sobre lo que tiene
que ser el ordenamiento cotidiano de nuestra existencia.
Se puede ser socialista y católico, rara mezcla pero posible. Se puede ser partidario
del partido popular y estar en contra de la monarquía, igual de extraña que la
anterior pero perfectamente factible. Se puede tener un sentimiento nacionalista y
no estar a favor de la independencia de la comunidad autónoma en la que resides.
Con estos ejemplos tan básicos, lo que quiero decir es que se puede ser inteligente,
tener sentido común y formar parte de cualquier opción política, que todas son
validas, por lo menos todas aquellas que respeten el derecho fundamental de la
libertad de expresión y el respeto a las opiniones de los demás, que es, en
definitiva, la máxima expresión de una democracia consolidada.
Lo que esta sucediendo en estos momentos en la vida política española es que, al
anteponer los intereses puramente partidistas de los dirigentes de las diferentes
formaciones que contemplan el panorama político español, los que dirigen este
país y las diferentes comunidades autónomas que lo conforman, se han olvidado
del principio básico de la democracia y que no es otro que el respeto a los demás y
la defensa del interés publico por encima del interés particular.
Cuando un gobierno promulga una ley, amparada en una mayoría parlamentaria
salida de las urnas, mayoría absolutamente ficticia por cuanto no representa la
opinión de la mayor parte de los ciudadanos, sino solo de los que han votado, esta
ejerciendo una dictadura política condenada al fracaso, esta dictando normas y
leyes con una, mas que evidente, fecha de caducidad.
Leyes como las reformas de la ley del aborto, la del sistema educativo, la ley de
seguridad ciudadana, la del sistema judicial, con la implantación de las famosas
tasas, la del sistema sanitario, que permite la privatización de los hospitales
públicos, lo único que han conseguido es que, por una vez y sin que sirva de
precedente, pensamientos tan dispares como los que pueden tener los votantes del
PSOE, de los partidos nacionalistas, de los partidos de izquierdas mas radicales y
los del PP se pongan de acuerdo en la absoluta falta de racionalidad de las mismas.Muchos ciudadanos estamos en contra del aborto por capricho, pero también en
contra de que niñas menores de edad puedan abortar sin conocimiento de sus
padres. Vamos a modificar ese aspecto de la Ley. Muchos españoles estamos
convencidos que el actual sistema educativo, producto de numerosas y
desafortunadas reformas, es malo de solemnidad y solo pone en el mercado laboral
ciudadanos con muchas carencias culturales, científicas, técnicas, etc. vamos a
modificar eso sin crear diferencias sociales y económicas. Muchos españoles
estamos en contra de que cualquier asunto sea judicializado por capricho y que
gracias a esa saturación innecesaria la justicia sea tan lenta e ineficaz. Vamos a
paliar ese defecto con inteligencia y no con el dinero del que no puede aportarlo.
Cuando un partido político dicta leyes que solamente tienden a tener contento a
una parte de su electorado, no se da cuenta del flaco favor que le esta haciendo al
resto de los ciudadanos que, por una razón o por otra, no han puesto su confianza
en su forma de hacer política y que con medidas como las que toman, les dan la
razón en esta falta de confianza hacia ellos.
Esta forma de actuar, tan absolutamente irracional no es patrimonio de una
formación política en exclusiva. Los partidos que en algún momento de su
existencia publica han tenido responsabilidades de gobierno han utilizado el mismo
modus operandi.
En el caso que nos ocupa, de los diez millones y pico de españoles que votaron al
PP en la creencia de que serian capaces de sacar a España del pozo en el que el
PSOE nos había metido, la mayoría de ellos no pertenecen a la Conferencia
Episcopal y consideran que la reforma de la Ley del Aborto es dar un considerable
paso atrás, tampoco están de acuerdo en una reforma de la educación que
solamente crea conflictos y diferencias entre los estudiantes, consideran que la
legislación vigente ya tiene argumentos necesarios para paliar las deficiencias de la
justicia sin tener que grabar la aplicación de la misma con unas tasas inasumibles
para la mayoría y también creen que la reforma de la seguridad ciudadana se puede
enfocar de otra forma.
Por otra parte, esos mismos votantes están convencidos que los recortes
económicos tienen que empezar por los estamentos e instituciones que nos
dirigen, por exigir a la banca que el inmenso apoyo gubernamental que han recibido
desde los anales de la historia democrática sirva para el desarrollo económico de
las familias y no para incrementar los ingentes beneficios de sus propietarios y, en
consecuencia, consideran que en épocas de crisis la solución no pasa por apretar
hasta estrangular al menos pudiente, sino que pasa por favorecer el desarrollo
utilizando para ello otras vías que beneficien a la mayoría y no a las clases mas
desarrolladas, que en nuestro país son las menos.
Cuando el PP, en su afán de tener contento al ala mas radical de sus apoyos,
promulga leyes que van en contra, no solo de los millones de españoles votantes
de otros partidos sino que también van en contra de sus propios votantes, esta
cometiendo un error de consecuencias irreversibles para su propia formación
política.
La grandeza de la democracia y al mismo tiempo su perniciosa virtud consiste en
que un partido gobierna a su antojo, de forma dictatorial la mayor parte de las
veces, una vez que las urnas les han dado la mayoría de los votos emitidos.Lo que no parecen darse cuenta los “triunfadores” es que esa mayoría de votos no
es, ni de lejos, la mayoría de los ciudadanos de este país.
El PP gano con mayoría absoluta el gobierno gracias al apoyo de unos diez
millones y medio de votos. España tiene aproximadamente cuarenta millones de
ciudadanos. Hagan un calculo muy sencillo y se darán cuenta que el 26,25% de
españoles está decidiendo la política nacional sin tener en cuenta o, mejor dicho,
pasando por encima de la opinión del 73,75% restante.
La democracia es así, pero la inteligencia de nuestro gobernantes debería estar
muy por encima de estos datos, aunque lamentablemente esto no sucede.
Los políticos, sea cual sea su ideología, no son mas que un reflejo del pueblo que
gobiernan y viendo como es el nivel cultural de los españoles, no es extraño que
Jose Luis Rodríguez o Mariano Rajoy hayan llegado a ser presidentes del Gobierno
y tengamos como lideres sindicales a esa banda de impresentables cuyo único afán
en la vida es llegar a ser ricos gracias exclusivamente al trabajo de los pobres.
Y como colofón, gracias a la democracia y su sistema de funcionamiento, leyes
como las que he mencionado, con la polémica que han levantado, pueden ser
derogadas sin mayor problema cuando el gobierno de turno cambie de signo
político. El gobierno popular se echa encima de sus cabezas a sus propios
votantes, dicta leyes que van en contra de los que en su día les manifestaron su
apoyo incondicional y yo me pregunto, ¿como se puede ser tan absolutamente
inútil y tener tan poca capacidad mental como para no darse cuenta que lo que
están haciendo es pan para hoy y mucha hambre para mañana? ¿Es que no se han
dado cuenta, o no quieren hacerlo, que para que ellos puedan volver a gobernar va
a ser imprescindible que vuelvan a sacar mayoría absoluta, puesto que con esta
forma de hacer política se han cerrado ellos sólitos la puerta a posibles apoyos o
alianzas del resto de partidos?
Una ley que es promulgada hoy en contra de la mayoría y que va a ser derogada
cuando el partido contrario gane las elecciones, es una ley con fecha de caducidad.