La “roja” y la “negra”
Este fin de semana hemos estado todos atentos al mundial de fútbol, que nos tiene a más de uno con el corazón en la mano. España volvió a ganar, y ya está a tan solo dos partidos para llevarse por primera vez un mundial. ¿Estamos soñando? Todavía queda 180 minutos para averiguarlo. No voy a hablar de lo deportivo, porque ya se sabe que en este país hay unos cuarenta millones de entrenadores. Cada uno tiene su opinión y Del Bosque la última palabra. Quería resaltar lo bueno que resulta tener a un equipo en las semifinales de un mundial, algo que nunca había pasado, salvo en aquella ocasión en 1950 (yo ni existía) cuando nos metimos en una liguilla final de cuatro equipos de la que terminamos, qué raro, los cuartos. Qué guay es ver las bufandas en los coches, las camisetas de La Roja agotadas en cualquier tienda de deportes y un montón de banderas de la selección engalanando las casas. Eso no había pasado nunca en Lanzarote, y ahora está pasando. A más de uno se le va un poco de la mano con la decoración rojigualda, y con los tamaños de las banderas. La que colocó Trillo en Colón es chica si la comparan con la que ha puesto un vecino mío en Punta Mujeres. Los guardias civiles cuando pasan delante se cuadran y saludan, como si estuvieran frente a la Delegación del Gobierno. En contra de lo que los más radicales pudieran pensar, se respira un ambiente de unidad general; todos compartimos un mismo sentimiento. Quizá eso nos haya faltado hasta ahora para hacer que España tenga una mejor posición en el mundo, no sólo en el deporte sino también en otras cuestiones mucho más importantes. Algunos países nos han perdido un poco el respeto por esa falta de identidad nacional que hemos tenido, por esa manía de tirar cada uno para su pequeño terreno.
El mundial ha hecho que los españoles olvidemos un poco el duro momento económico por el que estamos pasando. Un ejemplo es que la semana pasada se puso en marcha la subida del IVA en la Península y casi nadie ha protestado, cuando todos sabemos que eso va a afectar seriamente incluso a los canarios, que vivimos básicamente del turismo y de lo que gastan aquellos a los que se les van a subir todos los impuestos de golpe.
El mundial también ha servido, entre otras cosas, para cambiar la hora de algún que otro pleno de algunas corporaciones y para hacer incluso que las aburridas conversaciones de ascensor vayan más allá del tiempo.
Pero como todo en la vida, hay pros y contras: la primera contra, lo ocurrido en otro evento importante que se tendría que haber desarrollado el pasado sábado, el Primer Festival de Humor Canario. El propio nombre del evento indica su finalidad, “humor” y “canario”. Me centro en este matiz porque alguien tuvo la genial idea de simultanear el evento con la retransmisión del partido de fútbol. Mal asunto cuando está claro que el que quería ver el fútbol lo habría tenido fácil con no acudir al Pabellón de Argana. Y es que, aunque suene a chiste, hay gente a la que no le gusta el fútbol. Por si no fuera suficiente, la organización pasó por alto un detalle muy importante, el sonido. ¿Cómo se puede realizar un monólogo en un escenario sin que se escuche, cómo puede hacer gracia un chiste que no se entiende? Es algo tan elemental y básico que sorprende que aquellos que han organizado un acto de estas características no lo tuvieran en cuenta. Sobre todo cuando ya tuvimos la experiencia del espectáculo de Berto Romero en el mismo sitio. El ser humano es el único animal que tropieza dos y tres veces en la misma piedra.
Con ese problema empezó la gala y lo que mal empieza…. Le tocó salir a Kike Pérez, que ejerció de telonero y que con sudor y nervios realizó su espectáculo lo mejor que podía e intentando que todos oyeran sus palabras. Luego le tocaba salir a Manolo Vieira, que se negó a hacer un espectáculo en esas condiciones. Lógico. Tras unos minutos de incertidumbre se dio por suspendido el espectáculo, ofreciendo la organización una pésima imagen y con el normal enfado de todos los asistentes. No sé cómo van a salir de esta, pero espero que se pueda volver a repetir este evento en unas buenas condiciones y que no vayan a elegir el 11 de julio para su realización.
Desde aquí le doy todo mi apoyo a mi compañero Kike Pérez por el mal sabor de boca que le ha quedado, después de estar mucho tiempo ilusionado con esta gala, en la que compartía cartel con los grandes humoristas del momento en Canarias. Por culpa de algunos irresponsables poco previsores no fue lo que tantas veces soñó. Ánimo Kike, habrá otras oportunidades de participar en algo grande y de volver a compartir escenario y camerino con Eloisa. La roja, la que todos tenemos que apoyar el miércoles, desde luego, y la negra, la que espero que no les vuelvan a pegar a los que les gusta el humor.