DESDE EL OTRO LADO DEL JABLE

Inalsa que nadie te quiere

¿Quién te lo iba a decir? De ser esa gallina que no los ponía de oro, pero que daba un huevo al día, apetecida por todos, has dejado de ser la querida, para convertirte en una amante feúcha, gastona y complicada de sostener.

Parecieras la de los payasos, aquella flaca con las patas de alambre y turuleta perdida, pero no porque los ponía en la cocina o en la sala y nunca en el corral, sino porque en Inalsa, sólo unos pocos conocieron el verdadero nidal y se los llevaron para comérselos ellos solos en su particular y descomunal egoísmo.

Claro que hay una gran diferencia entre aquellos payasos risueños y divertidos, profesionales del humor, con estos otros payasos políticos isleños, profesionales del robo, la pillería, las componendas y las complicidades. Payasadas sin gracia las de sus ingestiones, porque para no gestionar y llevarse lo que es de todos, no tienes más que ser un vulgar ladrón.

Han presumido su mediocridad de ladrones impunes como símbolo de inteligencia, en connivencia de los unos hacia los otros, igual que en una comuna por y para el robo. Ahora, así nos va.

Eres Inalsa un problema. No tienes la solución. Nadie te desea. El nido está vacío y haces aguas por todas partes. Los que deben mimarte han decidido venderte, pero como ya no enamoras, nadie te compra. No te quieren. ¿Si hasta los tuyos te han abandonado, por qué iban a gestionarte unos ajenos? ¡Menuda pretensión!

Vaciaron las cajas siempre repletas de una empresa pública del bien común, que pasó de ser modelo a copiar por otros, a convertirse en la ruina y en la desgracia de los conejeros. Lo sabíamos todos. Ninguno, sin embargo, fue capaz de denunciarlo y parar la ruina. No pusimos remedio, sino al contrario, les reíamos las gracietas estúpidas de sus actuaciones jugando con las cosas de beber.

Todavía tenemos agua. A duras penas, pues circula por esas tuberías isleñas, sin saberse a quien darle las gracias, si a Dios, o algún profesional medio serio y responsable que anda por ahí entre cañerías, depósitos, llaves de paso, y potables de herrumbre, tratando de que su trabajo sea un auténtico milagro en medio de tanta podredumbre, tanto material como intelectual humana.

Políticos, sus Trabajadores, Sindicatos, Asociaciones de Vecinos, Ayuntamientos, Asociaciones Empresariales, Medios de Comunicación, Colectivos Profesionales diversos, alguna Fundación y la sociedad isleña en general, han mirado para otro lado en el esquilme del agua, con un mutismo incalificable y de cuya gestión dislocada se sabía que sólo beneficiaba a ciertos particulares e intereses empresariales concretos.

Si hasta el Secretario General de un Sindicato, que es trabajador de Inalsa, se enorgullece de no ir a su trabajo y cobra lo mismo como si estuviera yendo, ¿Qué queremos? Así no se puede ir muy lejos. Esa ignorancia sindical consentida, es igual de grave que las actitudes más graves. Nadie hizo nada. Ya es demasiado tarde.

Lloraremos la escasez del líquido vital, en una complicidad de sequía compartida. Nos hemos olvidado de lo que fuimos y por ende de lo que somos. Nada se explica, nada se inculca. Los niños, al igual que muchos, piensan que el agua se escapa de los grifos porque sí. A este paso, el intelecto conejero no lo quiera y Dios tampoco, un día los abrirán y los escupirá sólo el aire. ¿De dónde venía el agua, mamá?

Aquellos antaños prohombres sin colores, sin banderas, sin partidos políticos, sin ideologías, crearon la maravillosa empresa, casi milagrosa, que convertiría el agua salada del mar en agua dulce de nuestros aljibes para consumo de todos. Eso no era gratis y todos lo sabían.

La compensación ingresos gastos, tenían que balancearse por igual, para además mantener las instalaciones y reinvertir para sustituir, ampliar y mejorar permanentemente.

Cabildo y Ayuntamientos de acuerdo, para la consolidación de la valiosa empresa. Milagro. Inteligencia. Necesidad. Garantía Pública.

Con el paso de los años y su funcionamiento siempre mejorable, se observó que el consumo eléctrico era importante. La inteligencia, de nuevo, quiso que miráramos a nuestra potencial naturaleza y trataron de aprovechar la fuerza del viento. Adquirieron el suelo ideal y se instaló el Parque Eólico. Un dineral.

Se trataba de no pagar consumo eléctrico por el funcionamiento de nuestras plantas potabilizadoras. Además, Inalsa, a lo mejor, produciría un excedente de electricidad que a su vez sería vendida y por tanto, un ingreso extra. ¡Extraordinario, sin duda! La inversión se recuperaría, el beneficio loable y los ciudadanos con el coste del agua aún más barato. ¡Genial!

Pero quienes hacían este nuevo e insigne proyecto, para la continuidad y salvación de la garantía pública, así como de la defensa del interés común isleño, esta vez sí tenían colores, tenían banderas, tenían partidos políticos y un montón de ideologías sin ningún tipo de doctrina a seguir. Bueno, sí. Una. Llévate todo lo que puedas, reparte como te venga en gana a quien quieras, cuando mejor te apetezca.

Y de pasar a dejar la mejor gestión al relevo siguiente, empezaron a competir para ver quién la dejaba más ruinosa. Cuanto más esquilmada, muchas más risas provocaba de los compinches. Lo de todos es de nadie, llegaron a creerse y empezó el negocio particular robándonos descaradamente.

La gran idea eléctrica se quedó en nada. Todo ha sucedido al revés como en los malos sueños. El Parque Eólico de los conejeros le produce beneficios a quienes no les íbamos a pagar el consumo eléctrico, qué ironía, y encima, no sólo no les vendemos energía, sino que la deuda de electricidad que se ha generado es impagable, por mucho que seamos capaces de crear siete Lanzarotes.

¿Paredón, dónde estás, pero que seas lo suficientemente largo para que quepan todos? Algunos en las cárceles, aún presumen de sus gestiones y de sus grandes potencialidades ingeniosas. Ingeniosos sí que fueron, pero para destrozar todo lo que funcionaba en este pizco islote. Ni queriendo, se podía hacer tan mal. ¿Justicia, existes realmente?

La empresa modelo, que con su propio viento y su agua del mar, sin costes de materia prima alguno, podía ser el orgullo conejero de unos visionarios soñadores que se pusieron de acuerdo para garantizar el desarrollo y el progreso de una tierra sin ríos, sin embalses, ni pozos, es ahora una vergüenza por ser empresa endeudada, acorralada, concursal, pero no enjuiciada y con la mayoría de sus culpables en las calles ejerciendo su mediocridad política y su presumida nefasta labor pública.

No pasa nada. Nada les pasa y continúan su verborrea barata en nuevos puestos, cuando debiera darles vergüenza pasearse por las calles. Nadie escapa a este desastre.

Pues hasta sus propios trabajadores, viviendo una burbuja de falsos beneficios, solicitando y exigiendo los caprichos económicos imposibles, así como con sus prebendas personales inconstitucionales y alejadas del Estatuto de los Trabajadores para cualquier otra empresa, y con los responsables irresponsables concediéndolos, han ayudado a su inviabilidad, a la rotura y a este hacer aguas infinito, que terminará hundiéndola. ¡Qué pena!

¿Y las intelectuales autoridades de hoy, qué piensan? ¿Qué están haciendo? ¿Cuál es su nuevo proyecto para el agua isleña? ¿Ya se han reunido para analizar y valorar este enorme problema entre todos? ¿Cual es su gran solución a este desastre que han generado y del que todos han sido cómplices?

Auguran incipientes profetas, que el agua será el gran negocio del pronto futuro. Sin ella no se moverá el mundo. Lanzarote lo tenía casi resuelto, pero unos indecentes botarates, neciamente, se lo han devuelto al mar, aún cuando sabían y habían conocido de la sed. ¡Miserables!

Adiós Inalsa, adiós, que ya nadie te quiere. Ni tus propios trabajadores confían en ti, después de que sacaron todo el jugo que les dejaron tus responsables exprimirte y robarte.

En las Instituciones lo siguen haciendo, pero a ti no te desvían nada. Dicen que esta vez es más legal la apropiación que ejercen con nuestro dinero público. En fin, que nos siguen robando sin ninguna acritud. Ya vez, se han preocupado, eso sí, de cambiar las maneras.

Pues nada Inalsa, tendrás que continuar hacia ningún sitio, ya te falta poco para que revientes. Tranquila, luego descansarás en paz y ya te reirás cuando a nosotros nos veas sedientos, sucios y malolientes. ¡Malditos y malditas irresponsables!