¿La importancia del discurso del Rey Felipe VI? Ninguna
Para que quede claro desde el principio, ni soy monárquico ni dejo de serlo, simplemente me da igual.
La existencia del Rey en el ordenamiento político español me parece un accidente involuntario que padecemos los españoles, fruto exclusivamente de un sistema democrático que arrastra decisiones de las que los ciudadanos somos completamente ajenos.
En España hay Rey, no porque así lo hayamos decidido nosotros, por mucho que en la transición votáramos a favor de una Constitución que contemplaba su figura, sino porque el anterior jefe del Estado quiso esta figura como cabeza de la política patria.
En su dia, el Rey cumplió una función en el tránsito de una dictadura a una democracia plena, pero hoy en día, la existencia de la monarquía es perfectamente cuestionable, simplemente utilizando razonamientos propios de una democracia consolidada y del siglo XXI.
No voy a entrar en más disquisiciones sobre si en este país tenemos que tener Rey o no, no me preocupa en absoluto, no me hace daño su existencia y no pienso entrar en disquisiciones legales sobre su utilidad, mas alla de que le considero un personaje, socialmente hablando y dentro de un marco político consolidado por la democracia, inútil, irrelevante y carente de funcionalidad social. En definitiva que ni su supervivencia como figura de estado me resulta útil ni todo lo contrario, ni me arregla los problemas cotidianos ni me los agrava.
Cuando leo los comentarios sobre su discurso de Navidad, me entra una duda cuasi existencialista. ¿De que me esta hablando un ciudadano español con tanto renombre? ¿De problemas económicos, de problemas sociales, de asuntos políticos?
Felipe VI es un ciudadano Rey por la gracia de Dios, investido monarca por la Constitución Española y mantenido en el cargo por la falta de decisión de los políticos a la hora de reformar la carta Magna.
Me habla de problemas económicos alguien que ni los ha padecido ni los padecerá, me habla de problemas sociales, de vivienda, de sanidad, de educación, de libertad, alguien al que nunca le faltará un palacio donde vivir, una clínica privada donde curar sus males, un colegio privado donde educar a sus vástagos, un ciudadano al que no se le puede juzgar por tener inmunidad, etc. En definitiva, me está dando un discurso un ciudadano que está completamente al margen de lo que a diario vivimos y padecemos el resto de los mortales nacionales. Es como si un obispo que entró en el seminario con 12 años pretende enseñarme como tratar a las mujeres, o como es la sexualidad entre un hombre y una mujer, vamos, una incongruencia.
Si hay algo que sobra en la Navidad, bajo mi humilde opinión, es que un ciudadano al que le toco la lotería cuando nació, venga a darme lecciones, clases morales, o cualquier otro tipo de instrucciones de cómo tengo que comportarme en mi vida diaria, conmigo mismo o con los que me rodean.
Ver a los políticos llevarse las manos a la cabeza, unos, alabar el discurso como si fuera la panacea de la recuperación nacional, otros, me resulta casi grotesco.
Tanto unos, los que se llevan la mano a la cabeza, como los otros, los que alaban el discurso, se ríen sistemáticamente de los ciudadanos todos los días, diga lo que diga el Monarca una vez al año.
Ser monárquico, republicano o simplemente demócrata no es un problema de tradición, es un problema de inteligencia y racionalidad.
¿Se acuerdan de aquel dicho que reza “El Rey reina pero no gobierna”? Pues la realidad es que si hay algo más triste que ese dicho en sí, es el hecho de que además es cierto. En una sociedad democrática y moderna, la existencia de un personaje cuya única misión en la vida es estar, aparentar, viajar en nombre del reino y vivir como Dios pase lo que le pase al ciudadano de a pie, es cuando menos cuestionable.
Razones para su no persistencia en el tiempo hay de sobra, razones para su permanencia en el cargo va a ser que poquitas, por no decir ninguna.
Alguien me podrá argumentar el carácter de representatividad que tiene frente a las naciones y organismos internacionales, me podrán decir que es una figura de relevancia internacional o que tiene un carácter puramente institucional. Pues si, lo tiene, pero también lo tiene el Presidente del Gobierno o en su caso el Ministro de Exteriores, con la pequeña pero gran diferencia que a estos dos los elegimos los ciudadanos.
En definitiva, que viniendo de alguien que ni padece los problemas de los ciudadanos, ni puede solucionarlos de ninguna manera, lecciones en Navidad las justas.
Bueno, me equivoco en una cosa, es cierto y no dejo de reconocerlo, que de alguna forma padece las crisis económicas en las que nos vemos envueltos la mayoría de los españolitos de a pie, ya que, por mor de la situación, su sueldo se ve mermado en unos cuantos euros cuando las vacas flacas asoman su hocico por las cocinas ciudadanas y eso, para alguien como nuestros monarcas, es un palo.
No voy a abrir un debate sobre si Rey no o Rey sí, pero por decencia, en Navidad que el discurso me lo de alguien con mas cualificación moral que nuestro bien amado Rey Felipe VI.