Guerra sucia Espino versus Delgado

Dicen los expertos que en política todo vale, que cualquier medio es bueno y útil para conseguir el fin pretendido.

Aunque esa sea una máxima que todos los políticos, con alguna excepción, utilizan para medrar, lo que hemos visto y oído en las últimas semanas acerca de la famosa intervención en el Senado patrio y su última entrega en forma de artículo de ese oscuro personaje apellidado Espino es algo absolutamente incalificable.

Para que quede claro, este no es un artículo escrito en defensa del Senador Delgado. No lo es por dos razones, la primera es porque algunas de sus actuaciones desde que es un personaje político no pueden tener justificación alguna y la segunda es que, como él quiere demostrar, ya es mayorcito para defenderse solo.

Para que también quede claro, no voy a utilizar el calificativo de Señor en ningún momento de este artículo cuando me refiera a estos personajes públicos, ya que creo que ninguno se lo merece, por lo menos en el concepto que de esa palabra tengo yo.

Que en pleno siglo XXI, un político de izquierdas, o mejor dicho, lo que queda de un político de izquierdas sea capaz de utilizar la supuesta condición sexual de un contrario para arremeter contra su honorabilidad como cargo público es algo que la sociedad no puede consentir.

Cuando leí el artículo en el que para justificarse no dejaba de mencionar esa supuesta condición sexual, me entraron ganas de contestarle a la Vasca, ya sabéis, con argumentos fuertes y contundentes a ver si así le entraba en su limitada inteligencia que para defenderse no es necesario atacar con algo que es indefendible. Si es homosexual o no lo es en nada condiciona su actividad pública. Atacar al Senador con justificación es tan simple como relatar los hechos en los que se ha visto implicado y que reflejan una falta de ética política que le descalifica para ser alguien que pueda defender los intereses de los ciudadanos por encima de los suyos propios. Pero con su sexualidad nunca. Cada uno se acuesta y se levanta con quien le da la gana y nadie y mucho menos Espino es quien para criticarlo. Aunque alguien me dijo una vez que quien utilizaba la condición sexual de los demás para criticarlos podía ser debido a una frustración interior por no poder ser lo que criticaba.

Es cierto que las actuaciones del Senador no han sido hechos constitutivos de delito penal ni civil, pero que han sido ética y moralmente muy reprobables creo que nadie lo pone en duda. La ética y la moralidad, por lo menos para mí, están muy por delante de la apreciación que en un momento dado pueda hacer la justicia. Puede ser legal y al mismo tiempo nada ético, como es este caso.

Pero en el fondo, más allá del hecho de que Espino es un impresentable, de incalificable condición como ser humano, el problema en el fondo radica en la estructura y las personas que le sostienen, le mantienen y le jalean en su lucha contra todo bicho viviente que no comulgue con sus deformadas ideas sociales y políticas.

Cuando escucho a concejales justificar su actuación, cuando la Secretaria General de su partido no sale inmediatamente a la palestra a denunciar públicamente esta circunstancia, cuando la alcaldesa de la tercera capital de Canarias da la callada por respuesta, con el agravante de tener la misma condición sexual, en versión femenina, que la supuesta que achacan al senador, me doy cuenta donde está realmente el problema. Es como si yo para mi empresa contrato un gerente que se positivamente que es un completo inútil y como consecuencia de esa inutilidad conocida, el sujeto en cuestión lleva mi empresa a la ruina. La culpa nunca será del inútil sino mía que, sabiéndolo, le contraté.

Los que consienten y amparan esta forma de actuar son tan responsables de lo que Espino hace y dice como el mismo. Y por favor, que no insulten mi inteligencia diciendo que lo hace a título particular y que no es miembro del partido.

Y viendo este panorama, yo me pregunto ¿Qué tendrá este sujeto de los principales miembros del Partido Socialista Obrero Español, delegación conejera, que pueda ser tan serio como para que nadie le pare los pies? Si no se le conoce trabajo alguno, ¿serán ciertas las voces que afirman que es el partido el que le paga?

Esta guerra sucia es absolutamente desproporcionada debido a la cualidad y calidad de los contendientes. Por un lado tenemos a un niño jugando a cosas de mayores, al que la fama, la notoriedad y el dinero le han nublado las neuronas. Para ser Senador hay que tener algo más que lo que este joven aporta, más allá de haber estado en el lugar y momento oportuno cuando se celebraron las elecciones. Aunque para ser serios, no hay que quitarle el merito de haberlo conseguido. Sus actuaciones, su prepotencia, su exceso de ego y su falta de palabra han demostrado que todavía le falta un bloque para altura de techo. Supongo que con el tiempo terminara por formarse y llegara a ser alguien valido, pero hoy, ni lo es, ni parece darse cuenta de que no lo es.

Y por el otro lado de la guerra tenemos a………………….., ni sé cómo calificarlo. La desproporción entre ambos es descomunal. El primero esta a falta de formarse y el segundo se ha pasado tanto de formación que se ha deformado. A diferencia de Delgado, Espino si está imputado o investigado por supuestos delitos, bastante más serios que los que se le imputaban al Senador. Por intentar enchufar a su madre, por poner su teléfono corporativo en un coche de empresa o por contratar con el Cabildo a sabiendas que era incompatible con su cargo, Delgado no pisará Tahiche nunca. Serán hechos que juzgue el ciudadano ante el tribunal electoral y si lo consideran culpable, la pena que le caerá será la de no ser elegido, ninguna otra.

En cambio, las cosas de las que se acusa a este personaje si es posible que le hagan dormir una temporada a costa del estado.

Defenderse de acusaciones tan graves como las que tiene encima Espino, cuestionando la sexualidad del contrario es de una bajeza absoluta.

Esta guerra tan absurda solo se acaba el día que a Espino los prebostes que mandan en su partido le paren los pies de forma pública.

O a lo mejor es que no pueden hacerlo.